domingo, 31 de octubre de 2010

Estoril 2010. Esto se acaba

Bueno, en menos de una semana nos habremos quedado sin nuestro desahogo deportivo favorito. El próximo domingo termina el Mundial y nos vamos a quedar, como siempre, compuestos y sin novia, aguantando a los forofos del fútbol con sus partidos casi diarios entre Copa del Rey, Liga, competiciones europeas y los encuentros de la selección. Pero a eso ya estamos acostumbrados. A lo que no estamos tan acostumbrados es al número de alegrías que nos han dado nuestros pilotos durante su periplo por el mundo y no sé si terminamos de digerirlo como deberíamos.

Son varias las opiniones que he oído y leído sobre el hecho de que, habiendo ganado todos los títulos de pilotos en juego, teniendo por fin el relevo de Àlex Crivillé en la categoría reina después de tantos años de privaciones y desencantos, siendo campeones en la novedosa moto2 y con una hegemonía aplastante en 125 c.c., muchas de las personas que dejan sus opiniones en el chat de RTVE lo hagan usando un tono extremo y muy posicionado a favor de uno u otro piloto, descalificando e insultando a los partidarios rivales. Yo particularmente creo que, por suerte o por desgracia, todo cambia, y esto no podía ser menos (habría que analizar psicológicamente las causas que nos han impulsado a ello y si alguien quiere hacer una tesis sobre ello, yo me ofrezco como muestra). Todo cambia, incluso el carácter de los aficionados; se han vuelto como los hinchas de fútbol. Puede ser que parte de la culpa la tenga el trato que se le ha ido dando a la retransmisión de los eventos. Puede ser. Porque ayer me harté de escuchar ciertos comentarios de Ernest Riveras que nada tenían que ver con el motor y las dos ruedas y me cansé de recibir datos estadísticos que no me van a sacar de ningún apuro en una partida de Trivial. Pero tampoco creo que sea muy prudente quejarse porque el año que viene a lo mejor no tenemos ni eso, debido a la intención de RTVE de eliminar costes y por tanto vender los derechos a otra cadena, concretamente Telecinco. Sin comentarios, que ya habrá tiempo para hacerlos. En fin, que nos queda poco para disfrutar tanto de una cosa como de otra.

Portugal es una de esas citas mundialísticas donde todo sucede de forma un poco extraña. Por si fuera poco, les dio por aumentar los tiempos de entreno, aunque a la práctica no los pudieran aprovechar por la ingente cantidad de agua que cayó en Estoril, arruinando los entrenamientos y provocando una parrilla definitiva inhabitual.

Total, que el domingo, bajo los efectos del discutible beneficio del cambio horario y en clara inferioridad de género, me dispuse a ver los warm-ups y a ir escuchando cosas más o menos interesantes. Quiero recalcar que no entiendo muchas de las decisiones de dirección de carrera ni de Dorna ni tampoco su forma poco equitativa de aplicar un reglamento que reglan a su antojo. Por poner un ejemplo, en Qatar se suspendió la carrera y se pospuso al lunes. Si se hubiera anulado la carrera en Estoril, habrían empaquetado todo y se hubieran ido a Cheste sin correr; no pude saber el porqué de este trato, pero es fácil imaginarlo.

A las doce y cuarto empezaba el día con otra loca carrera de moto2, con un turco sorprendiendo a todos imponiendo un ritmo endiablado, con una moto y un pilotaje que parecían tener la ira de los mismísimos infiernos. Al final se terminó imponiendo la experiencia de los más veteranos en estas lides y fue un sorprendente Bradl el que se subió al primer peldaño de un podio que no había pisado en todo el año, bonita manera de empezar. No fue el mejor día para Julián Simón, que puede dar gracias a que Iannone se fue al suelo y terminó sin puntuar, como un Toni Elías demasiado relajado tras sus demostraciones de valor, coraje y pilotaje a las que nos ha acostumbrado.

El que no se relaja es Jorge Lorenzo. El mallorquín fue, vio y venció. Espero a tener todo en su sitio y cuando parecía que Rossi se alejaba hacia otra victoria que engrosara su ya enorme palmarés, él fue recortando la diferencia que les separaba y cuando lo tuvo claro se lo fulminó. Rossi no pudo hacer gran cosa para aguantar el ritmo que, vuelta rápida tras vuelta rápida, marcaba su ya por poco tiempo compañero de equipo.

Mientras Dani Pedrosa iba perdiendo fuelle, los pilotos de Honda que quedaban hacían lo que podían peleando entre ellos. Para quien no lo sepa, Marco Simoncelli me cae como una patada en los huevos, puede sonar mal pero es la pura verdad; su descerebrada conducción y sus arremetidas contra nuestros pilotos dieron mucho que hablar y que escribir y generaron en mí un odio hacia él. Pero este domingo merecía ganar a Dovizioso, rabioso viendo como un privado le ganaba la partida en inferioridad de condiciones.

Y llegó la carrera más esperada por mí. La que todavía tenía tres aspirantes al título, que se ha quedado en dos y que solo merece uno. Ese uno es, en mi opinión y compartida espero por muchos, Marc Màrquez.

Después de una locura de clasificación tomando los tiempos de unos entrenos pasados por agua, Nico salía sin nadie por delante, el último de la primera fila, en compañía de los ingleses Bradley Smith y Daniel Webb y de un Alberto Moncayo que, por vez primera salía con el horizonte limpio. Marc y Pol se vieron retrasados a la onceava y doceava posición respectivamente, lo que no impidió que dieran alcance a la cabeza de carrera a la que se apagó el semáforo y se dieron unos cuantos pasos por curva. Tras varios accidentes (iban cayendo como moscas) Pol no podía con el tirón de sus dos competidores directos cuando se dio un golpe de efecto sacando bandera roja por una lluvia que volvió a hacer acto de presencia. Aunque fuera un acto de presencia breve, fugaz. Pere Gurb, del equipo Tuenti, pedía a gritos caos, y caos es lo que hubo.

En el tiempo que transcurrió entre la aparición del trapito rojo y la bajada de la bandera a cuadros viví, como espectador, uno de los momentos mágicos que tiene este deporte, y más ahora con cámaras en todos los sitios; explícome:

Todos los pilotos que quedaban en pista se fueron a su box para cambiar lo que creyeron oportuno. Los comentaristas hacían sus apuestas, decían que todos los que se jugaban algo tenían que salir con las mismas condiciones, afirmaban que una vez en parrilla cambiarían los neumáticos con los que habían salido del box, en una jugada estratégica para ocultar sus cartas. Primera en la frente, nada de eso. Mientras daban la vuelta para incorporarse a su lugar en la línea de salida, Marc, inexplicablemente, se fue al suelo. No voy a olvidar la imagen del pequeñín de Cervera agarrado a su Derbi cuando la moto tocó la grava y giró, con las manos aferrando el manillar, creía que se rompía los brazos. Se levantó con la moto destrozada y ahí pensé que el campeón sería Nico, por su frialdad y su capacidad de analizar y pensar, y no Marc que se había ido al suelo de la forma más tonta. Decidió volver al box para reparar los desperfectos. Craso error. Despistados y desconcertados, todos hacían lo que podían para arreglar la moto, cuando la lógica hubiera tenido que imponerse haciendo marchar a Marc y arreglando la moto en parrilla. Con los boxes cerrados Marc tuvo que salir en la última posición. La desesperación reinaba en el equipo de Emilio Alzamora, las lágrimas salían de los ojos de alguno de sus integrantes, previendo el final de su trabajo, después de tantos esfuerzos y yo no daba crédito al "fregao" en el que se había metido.

Se apagó el semáforo y Marc salió como un tiro, pasando entre dos pilotos a los que despeinó seguro, y se fue en busca y captura de su enemigo en pista. Pol no hizo caso a lo que decían los comentaristas de RTVE y se la jugó, al rojo o al negro con neumáticos de agua, que le condicionaron a quedar fuera de la lucha por el cetro mundial.

Màrquez dio caza a Nico, al que ayudaba su compañero Bradley, fiel escudero. Pero Marc, haciendo caso omiso a la pizarra que le marcaba P2OK, luchó como un jabato para alzarse con la victoria. Una victoria luchada y trabajada, que borró del mapa su error de novato e hizo que se acercaran a felicitarlo pilotos como Colin Edwards. Lo dijo Bradley Smith en sus declaraciones al final de carrera -Marc merece ser campeón del mundo.

Pues eso, que nos espera un final de fiesta con traca por todo lo alto en Valencia, con el motociclismo español rompiendo récords por doquier en una temporada que tardaremos en olvidar. Ojalá sea el principio de una larga amistad. Más bien, ojalá sea el principio de una larga hegemonía.

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