sábado, 24 de diciembre de 2011

Felices fiestas

El maldito insomnio vuelve a hacer mella en mi, momento en el que aprovecho para reflejar un pensamiento que me asaltó hace unos días.


Se trata del sentimiento que le produce a cierta gente la llegada de la Navidad. A mí la Navidad me gusta. Me gusta ver las calles engalanadas, árboles con luces, los adornos en las tiendas e incluso montar el pesebre.

Pero, sea por el motivo que fuere, hay cierto tipo de gente a la que la simple y cada vez más temprana colocación de las luces que adornan las calles, con filigranas de mejor o peor buen gusto, le suele generar una apatía que se va a perpetuar hasta, por lo menos, un día o dos después de que los tres Reyes Magos se vuelvan a Oriente, con su comitiva de pajes y sus camellos.

Las razones que pueden tener para odiar estas fechas señaladas son varios: la hipocresía, reunirse con familiares a los que no quieres ver ni en pintura, los anuncios de perfumes y juguetes que inundan todas las franjas horarias, el despilfarro en el gasto o incluso el anticristianismo. Creo yo que a los satánicos no les es muy grato recordar el supuesto nacimiento de Cristo.


Que la gente se quiere dejar llevar por el consumismo, que lo haga.

Que la gente quiere ponerse la máscara y hacer el papelón delante de la familia, que lo haga.

Que la gente quiere cambiar a Papa Noel por los Reyes Magos, allá ellos.

Que les inunda la desazón y querrían terminar con la raza humana...ahí ya no, que se aguanten un poquito que esto termina pronto.


Y es que, en mi opinión, parece que solo nos acordemos del consumismo desmedido, del amor o el odio a los seres queridos, del falso saber estar o de nuestros propósitos logrados o no cuando llegan las Pascuas. Cuando el resto del año se actúa más o menos de la misma forma.


Se supone que el año que viene ya no veremos llegar el día 25, a tenor de lo que dicen las teorías mayas. De ser así estas serían nuestras últimas Navidades juntos así que, pasad las fiestas lo mejor que podáis, disfrutad de la compañía que os toque en suerte, soñad vuestros objetivos para el 2012 e intentad cumplirlos.


Mis mejores deseos.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Durban o reunirse para no hacer nada.

Los principales titulares en materia ecológica anunciaban un acuerdo de mínimos en la reunión sobre el cambio climático sucedida en Durban. Otra pantomima más en la que se vieron imágenes realmente patéticas de representantes durmiendo en los sofás de algún hall tras lo que se vino a llamar “pacto en tiempo de descuento”.

Se felicitaban porque EEUU y China habían finalmente bajado del burro y se habían ¿“comprometido”? a dar su aval a un paquete de medidas que han de servir... para nada. Toda esa muchedumbre que se desplaza regularmente de una parte a otra del globo, siendo costeados sus viajes de manera pública, desconocedores de la actual situación de crisis y de la existencia de nuevas tecnologías que permiten entablar conversaciones a distancia. Personas que se reúnen en pequeñas asambleas, de la misma forma que hacían los “indignados” en Sol o en Pl. Catalunya, aunque su imagen aparece mucho más mejorada que la que sacaban de los perroflautas y okupas que interesaban a los medios de manipulación.


Cinco puntos conforman unos acuerdos que según mi punto de vista van a ser poco más que papel mojado. Y es que en realidad a ninguno de estos países les importa una mierda que el mundo se vaya a la ídem.

Rusia, Japón y Canadá ya han dicho que no piensan renovar los compromisos que hicieron con el protoculo de Kyoto.

La hoja de ruta va a servir para empezar a negociar en el 2015.

El llamado Fondo Verde para el Clima es una papanatada que consiste en decir que se va a crear, en el año 2020, un fondo de 100000 millones de dólares anuales. Un fondo que, según Greenpeace, ya se anunció en Copenhaguen y debía servir para ayudar a los países pobres a mitigar los efectos del cambio climático.

La protección de los bosques no ha sido, por lo visto, un tema en el que se haya avanzado de manera seria y definitiva. Lo mejor parece ser ir viendo como las talas indiscriminadas se suceden y cada día se van perdiendo miles de hectáreas.

En mi opinión estas reuniones sobre el cambio climático son una pérdida de tiempo y de dinero, sobretodo porque existe un factor clave y fundamental llamado crecimiento económico que, aunque es insostenible a todas luces, sigue rigiendo los intereses de toda esta maraña de personajes que dicen luchar por el bien común del planeta.

Ni la lucha de Greenpeace parece estar exenta de polémica cuando están saliendo a la luz sus vinculaciones con empresas petrolíferas como Shell o sus afinidades con el Club Bildelberg.

Muy interesante el mapa interactivo publicado por The Guardian en el que se puede ver la cantidad de toneladas de CO2 que emite cada país a la atmósfera. http://www.guardian.co.uk/environment/interactive/2011/dec/08/carbon-emissions-global-climate-talks?CMP=twt_gu


Esta mañana la lengua viperina de Losantos arremetía otra vez contra la Justicia del país al repetir que el juicio del 11-M fue una farsa y embestía contra la Casa Real por el tema Urdangarín. A diferencia de los medios catalanes, en esRadio no quieren saber nada del encuentro futbolístico del sábado. Como muestra, el supuesto análisis de todos los detalles sobre el partido dura poco más de cuatro minutos. En comparación con el minutaje que corresponde a la conspiración judicial de la fatídica fecha de marzo que llevan realizando desde hace días el resultado es de un ridículo espantoso. Tan espantoso como encontrarse a don Federico de noche en una calle oscura.


Y mientras tanto la tontería del euro sigue su curso. Por la red circulan numerosos discursos y artículos contrarios a la neoliberalización existente mientras la clase política y dirigente (no siempre coincidentes) siguen aplicando unas leyes que se sacan de los bolsillos cual mago saca conejos de su chistera.

Ni chisteras ni pelucas, a los británicos parece que no se les va a ver metidos en el barullo. Demuestran su inteligencia circulando por la izquierda, tomando té con pastas y no involucrándose directamente en la eurozona. ¿Para qué? Con la de dinero que ganan especulando desde fuera hay que ser tonto para querer meterse en semejante berenjenal.


Y para terminar de enredarlo todo, los más fatalistas anuncian la inminencia de la tercera guerra mundial instigada desde los gobiernos ruso y chino.


Dan ganas de suplicar que paren el tren para apearse en cualquier parte. El disparate existencial sigue y prosigue. Veremos (o no) cuando y de qué forma termina.



jueves, 8 de diciembre de 2011

Economía liberal para no economistas y no liberales, de Xavier Sala i Martín

Xavier Sala i Martín podrá ser muy buen economista pero parece que haya perdido la capacidad de razonar fuera de los parámetros del poder de los mercados. Acérrimo defensor de la economía de libre mercado, parece que no tenga en cuenta que quien hace moverse el mundo, por suerte y de momento, son las personas.

Parece que de vez en cuando se acuerde de que existen otros factores como el medio ambiente o la explotación laboral. Pero eso pasa muy de vez en cuando.


Quizá haya leído el libro con demasiados prejuicios pues discrepo del autor en muchos casos. Por ejemplo, pienso que el progreso no puede llegar a todo el mundo mientras no se descubra una fuente de energía limpia, segura y renovable, cuando resulta que hay que decrecer. Me gustaría saber en qué se basa para pensar y querer que se genere más crecimiento y más riqueza cuando está visto que un crecimiento infinito en un planeta con unos recursos finitos no es viable, no es posible y es la mejor manera de exterminar la vida.


También he encontrado alguna falta de ortografía (aunque después de lo de 'cabo' no sé si tengo derecho a comentar nada relativo al tema).

La última parte del libro recoge artículos que el autor escribió y publicó en varios periódicos pero, teniendo en cuenta que han pasado más de diez años, he considerado que no valía la pena perder el tiempo con ello.


Pasando página tras página, teniendo en cuenta que hasta la veinticinco todo es prólogo, al llegar a la número treinta me empezó a dar mala espina. Claramente este tipo únicamente ve las cosas desde su balcón.

Tres páginas más y suelta una de las numerosas perlas con las que nos va a entretener. Cito traduciendo del texto original: “ ...para que una economía de mercado produzca los bienes y servicios que piden los consumidores es importante que no haya monopolios, sino competencia entre las diferentes empresas”. A lo que yo me pregunté: ¿qué pasa cuando esas empresas se juntan y forman un monopolio?

Sigue con que “...la posibilidad de escoger libremente entre diferentes alternativas hace que el intercambio voluntario a través del mercado sea beneficioso para las dos partes.” Y llegados a este punto me acordé de las famosas agencias de calificación. Estas empresas han creado un monopolio de manera que se hace imposible escoger libremente y el beneficio de sus acciones tan sólo les beneficia a ellos.


Más adelante se dedica a alabar las virtudes de países que se han abierto a la economía liberal, criticando de mala manera a los países con tendencias marxistas o comunistas. Habla de riqueza milagrosa cuando debería llamarla virtual. Y parece excitarse con los éxitos económicos de esos países sin que se pregunte ¿a qué precio?


Página 47. Las economías de mercado premian y valoran el trabajo bien hecho. ¿Es por eso que las grandes fortunas están en manos de los especuladores? Si eso es trabajo bien hecho, que me perdonen por llevar trabajando mal todos estos años.


Encontré francamente curioso que no hablara de que un factor muy importante de la pobreza en los países africanos sean los prestamos abusivos y los aranceles que deben pagar a entidades como el FMI. Entidad de la que el autor es partícipe.


En pocos puntos puedo coincidir con él, pero sí lo hice cuando leí que criticaba las privatizaciones de empresas públicas a amistades del presidente del gobierno de turno a precios reducidos.


En la 69 se dedica a disertar sobre el papel del gobierno visto desde la derecha y desde la izquierda de manera bastante llana y comprensible, una tónica que sigue en casi todo el libro y que un lector como yo agradece sobremanera. En algún punto también menciona obras de consulta, pero si son demasiado complejas para un neófito en la materia nos advierte de ello.

Volviendo al tema gubernamental, destaco que, según él, el gobierno debe centrarse en sus obligaciones (obligaciones que no siempre realiza con unos óptimos resultados) y no intentar inmiscuirse en tareas que le vienen demasiado grandes. Su planteamiento es que si no hacen bien ni lo que les atañe, ¿cómo van a ser capaces de regular la economía de forma eficiente? Coincido.

El gobierno administra un dinero que no es suyo y tiende a hacer demasiado gasto y a gastarlo mal, punto en el que también coincido con el autor, por lo que piensa que hay que limitar la actuación del Estado. Lo que me resulta fascinante es que Xavier Sala i Martín no encuentre ningún fallo en la economía. Si algo falla es por culpa de otros factores, como la intervención del gobierno. Parece como si la economía de libre mercado siempre tenga o deba tener razón, al precio que sea y cueste lo que cueste. La culpa NUNCA será suya.

Ahora bien, cuando el sistema económico se ha resquebrajado, han sido oficialmente los gobiernos quienes han insuflado aire fresco a esa economía de libre mercado que tanta libertad reclama y que no se quiere encadenar a las regulaciones estatales. X.S i M. parece no tenerlo en cuenta.


Otro punto coincidente es el de criticar instituciones caducas, como la OTAN. Hay centenares de ejemplos. Instituciones que se crearon con un fin y que, una vez superado o solucionado el problema tienden a reinventarse para perpetuar su riqueza sin pretender perpetuar sus valores.


Adentrados en el capítulo seis, Sala i Martín se dedica a tildar de sabio loco a aquél inventor que dedique su vida a hacer algo por, simplemente, aumentar los conocimientos de la Humanidad. Ensalza asimismo las supuestas virtudes de los derechos de propiedad intelectual.

Parece que el altruismo es algo que ni pasa por la cabeza del economista y que, de suceder, debería ser castigado o penalizado por no desear un beneficio propio, egoísta e individual. Parece que es malo pensar en el bien de los otros sin que ello implique llenarse los bolsillos.


Capítulo ocho. La globalización. Como no podía ser de otra forma, la globalización, según el autor, es de lo más positiva. Para mí también sería positiva si no estuviera influenciada por tantos factores “malignos”.

Habla de la globalización y me paro a pensar en que es mucho más fácil que viaje un producto que una persona.

Por suerte menciona los impedimentos legales que tienen los países pobres para exportar sus productos. Impedimentos que provienen de los países ricos.


En la pagina 94 hace dos afirmaciones en una al escribir que el comercio internacional es bueno para todo el mundo y que el consumidor escoge libremente. Son unas afirmaciones en las que no estoy de acuerdo en absoluto.

El coste de importar determinadas mercancías se ha disparado enormemente, se está intentando retornar al comercio de proximidad y en la actualidad, el consumidor suele escoger influenciado por varios factores, cuando no es engañado o compra ignorando los pros, los contras y las repercusiones.


Capítulo 10, pagina 103 “...la introducción de mercados ayuda a eliminar las dictaduras...”. ¿¡Eso puede significar que en breve asistiremos a la caída de la dictadura mercatorial!? ¡Qué contrasentido!


Capítulo 11. Trabajo infantil. El economista dedica una pagina, y sólo una, al escabroso tema de la explotación infantil, argumentando a favor del esclavismo por parte de grandes corporaciones y concluyendo que las condiciones serían peores si estas empresas no tuvieran en plantilla a menores.


Leyendo el capítulo 13 apunté que el tren de la Revolución Industrial que ha circulado por Europa durante el siglo XIX y buena parte del s. XX lo hizo con la creencia de que el combustible que lo movía no terminaría nunca, lo cual se ha visto que no era así.


En la página 114 me gustaría destacar que X.S. i M. no está de acuerdo en que los países ricos son cada vez más ricos porque explotan a los países pobres. No parece tener en cuenta que a menudo los desastrosos líderes y dictadores de los países pobres estaban apoyados por los intereses de empresarios de países ricos. Las políticas socialistas de planificación quizá habrían funcionado si determinadas naciones no hubieran boicoteado sistemáticamente con embargos su progreso.

En la misma página da un apunte de uno de los principios fundamentales del capitalismo: ”Cuando dos personas intercambian cosas de manera libre y voluntaria en una economía de mercado, las dos salen ganando”. Así escrito hasta parece verdad y todo, igual que el artículo 47 de la Constitución.


La parábola de las bolas y el globo en la página 116 no tiene desperdicio.


De ahí en adelante, en los siguientes tres capítulos, el autor nos da ejemplos de sus argumentaciones con los casos de Rusia, Tailandia, África... siempre con el denominador común de que si el sistema liberal falla es por culpa del gobierno regente, nunca de la avaricia de los mercados y de sus ramificaciones.


Se cierra así la primera parte del libro. La segunda, como ya he comentado más arriba, es un compendio de artículos escritos en varios medios. Leerlos es interesante hasta cierto punto. La lectura es cultura y siempre se aprende, pero suelen girar en redondo alrededor de las bondades del capitalismo y de la economía de libre mercado.


En mi opinión, un libro fácil de leer aunque contrario, en su mayoría, a mi forma de pensar.

Enviaré una copia de esta crítica al autor, a ver qué pasa.




miércoles, 7 de diciembre de 2011

Boicot a las agencias de calificación

Desde hace unos días el hastío se ha apoderado de mi, ya que tal y como está el patio, de poco o de nada sirve que me ponga a escribir. Tras ver como el partido de la gaviota se ha hecho amo y señor del país, de esperar a que el gallego dijera algo, de que anunciaran que se nos venían encima unos días clave para el euro, después de todo esto y mucho más, las ganas de escribir eran nulas. Mi opinión respecto a todo era de un pasotismo extremo, viendo la inutilidad de la indignación.
Por suerte siempre hay un resorte que dispara la maquinita de pensar y acucia a mis dedos a transmitir los pensamientos.

Esta mañana he oído, que no escuchado, que alguien importante decía que no se debían tomar tan en serio los dictados de las agencias de calificación. Por desgracia no he podido descubrir el nombre de esta lumbrera, pero en cuanto lo sepa lo felicito, aunque también le diré que lo podría haber dicho antes. Porque: ¿hasta cuándo se va a tolerar que unas empresas privadas manipulen al mundo?
Es espeluznante la descripción que se puede leer de estos pulpo-vampiros en la wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Agencia_de_calificaci%C3%B3n_de_riesgos
Pulpos por lo de los tentáculos y vampiros por lo de chupópteros.
El perla del principio, eso si, se ha ido de la lengua en cuanto se ha enterado de que a Alemania y a Francia se les podría rebajar un gradito su nota, ¡manda narices también!

Y es que esta es otra de las cosas que deberían reformarse de inmediato para el buen progreso y la correcta evolución de nuestra sociedad hacia una marcada por la paz y la felicidad de las personas.

Esto ha pasado después de que Merkozy anunciara que van a cortar por lo sano y van a hacer una Europa a medida. A su medida.

Mi propuesta sería que nadie solicite un informe a esta pandilla de ladrones. O mejor aún, difundir la mala praxis que ejercen estas agencias y su arbitrariedad a la hora de adjudicar notas negativas o positivas. La idea de que estas empresas quiebren y deban cerrar sus persianas me parece muy sugerente. Y conveniente para el resto.

Mientras tanto, en Brasil se está a punto de votar a favor de una ley que deja impunes a un 90% de los agricultores que han deforestado la selva amazónica y han destrozado un ecosistema único y vital.
No parece haber remedio al afán de seguir exprimiendo los recursos naturales del planeta.

¡Qué pena!

martes, 22 de noviembre de 2011

Elecciones generales 2011

Ha tenido que pasar un día entero para reponerme.

Aunque estaba cantado, tenía la esperanza de que, en el último momento, la gente reaccionaría. Está claro que no, que tendremos un futuro que no nos merecemos pero que la gran mayoría quiere y pretende. Un futuro privado de derechos laborales, un futuro privatizado en el que la sanidad y la educación ya no tendrán un carácter público. Un futuro en el que el control sobre los medios de comunicación y la manera que tendrá el populacho de enterarse de las noticias será manipulado sin contemplaciones (aunque esto ya se venía haciendo con los sociatas). Una niebla de pesimismo fluye entre todos aquellos que querríamos un futuro distinto para este país. Un humo gris, muy distinto del azul con el que se pintaban los mapas el domingo.


Me gustaría saber cuantas de las casi once millones de personas que han votado al Partido Popular lo han hecho a conciencia y cuantas lo han hecho para castigar al Partido Socialista Obrero Español. ¿Qué motivos tenían para votar a la derecha, a los defensores de la economía liberal y fantasma que nos ha llevado a la situación de hoy?


La verdad es que poco importa. La verdad es que no importa quien ostente el supuesto poder político. Es más, puede que lo mejor que nos pueda pasar sea que el señor Rajoy haya salido victorioso en estas generales. ¿Por qué? Porque se va a comer todos los marrones que vendrán a partir de ahora.


Suponiendo, y quizá es mucho suponer, que se tuviera un mínimo de inteligencia, el PP no habría ganado. Pero parece que nos va el rollo este del masoquismo y el sadismo. No han servido de nada las movilizaciones de la indignación, ni las huelgas de varios sectores. Ni los anuncios de que esto viene de más arriba y que la gente debía empezar a revolucionarse. La gente quería un cambio y ha pensado que la derecha (la misma derecha que rige el Parlamento Europeo y desde donde se dictan las órdenes que los de la izquierda debieron y quisieron obedecer) sería la salvación.


Dicen que en la variedad está el gusto pero viendo los famosos quesitos nadie diría que nuestro paladar democrático se pueda deleitar con varios sabores. Catalunya y la Comunitat Valenciana han sido las únicas en las que han salido cinco candidaturas distintas. Monotemáticas Ceuta y Melilla.

En el resto se constata que el bipartidismo es amo y señor de las mentes de votantes que no saben, no pueden o no quieren pensar más allá de las opciones que más dinero se gastan en campaña. Exceptuando una región, el País Vasco. Estos son listos, oí anteayer.

Y es que allí, por lo menos, no ha habido una aplastante suma de votos de los populares. La izquierda abertzale se ha unido para hacer frente a PNV y PP y PSE en menor medida. Una muestra de inteligencia.


La supuesta democracia que teníamos se quedó traspuesta hace días. Los mercados siguen encabronados y parece que el galleguismo de Rajoy no ayuda a amansar a las fieras.


Las reformas que se prevén van a ser, en mi opinión, bastante perjudiciales para la mayoría. De entrada el explosario, esa persona que se cree empresaria pero se dedica a explotar a sus trabajadores/as, va a gozar de más inmunidad para abusar y explotar a las personas que tenga a su mando. Y va a poder defraudar mucho mejor al Estado.

A los sindicatos pretenden cortarles el suministro, con lo que me da que cuando uno vaya a reclamar algo por esa vía, el sablazo que van a tener que pegarnos para prestarnos un servicio va a ser de escándalo.


En fin, mientras unos quieren calentar la silla cuanto antes otros se niegan a levantar el culo del asiento, no vaya a ser que se vea la gran mancha marrón que les ensucia el trasero. Eso sí, la cara de hormigón armado la siguen enseñando todos. Ni tienen vergüenza ni saben que existe. Como muestra sugiero echarle un vistazo a este enlace: http://noticias.lainformacion.com/economia-negocios-y-finanzas/macroeconomia/las-indemnizaciones-que-cobraran-los-miembros-del-gobierno-por-cesar-de-sus-cargos_axrAr9BHM2lyBERwHY7Gl5/

viernes, 18 de noviembre de 2011

No ha dado resultados o jugando al pin-ball

Temíame yo que pasaría esto pero es que dicen que la esperanza es lo último que se pierde. También dicen que si piensas algo con mucha fuerza, lo deseas, lo escribes y lo visualizas, te ves recompensado y consigues aquello que querías. No ha sido el caso. ¿Será que el pensamiento de los lobbys oligarcas es más poderoso que el de otros? Según la teorías conspiranóicas (que uno nunca sabe hasta qué punto son conspiraciones, hasta qué punto paranoias y hasta qué punto la teoría es un hecho palpable aunque no demostrable), las altas esferas tienen comunicación directa con alguna forma de vida celestial y que son esos entes quienes al fin y al cabo dirigen nuestras vidas, alimentándose siniestramente de algo tan nuestro como lo son nuestros sentimientos.


Dejando a un lado estas hipótesis extrañas, lo cierto es que a la máquina de pin-ball en que se ha convertido últimamente buena parte de la economía mundial se le han seguido metiendo fichas, que no monedas (porque no todas las monedas tienen el mismo valor) y se han conseguido unos pocos “créditos” más (eh, ¿pilláis lo de “créditos”?).

Lógicamente han sido los que mandan los que han dado el impulso a la bola (entendiendo la bola como los índices de todo, ya sea la prima de riesgo, ya sea el Ibex, ya sea el estado de la cuenta corriente del político-ladrón de turno) para ver qué puntuación conseguían.

Esa bola sale disparada y va repiqueteando contra los laterales de la máquina. La puntuación que se consiga, a ellos no les va a valer para nada, ya lo adelanto. El repiqueteo únicamente sirve para tumbar derechos y realizar recortes en materia social.

Los gobiernos de varios países intentan darle a las palanquitas de los laterales y a veces consiguen hacer rebotar la bola, hecho que tan solo sirve para que la bola siga su curso y su arrase.

Pero no hay nada que hacer porque la bola se cuela entre las dos palanquitas y cae al agujero negro, tras pasarse todo el día mareando al personal con sus idas y venidas.


Durante el proceso hay que tener en cuenta que hay algunos que sí han salido ganando cada vez que la bolita pasaba por algún contador. Son los especuladores que siguen apostando impunemente “su” dinero a algún factor. Por increíble que parezca nadie se atreve a prohibir las actuaciones de estos especuladores aunque se compruebe diariamente que es en buena parte gracias a ellos que nos encontramos con una economía totalmente irreal, ficticia y explotada.


Pero la partida no termina. Estos especuladores son la mar de majos y cuando el jugador se ha quedado sin fichas y ya no le fía ni Dios, él, en un gesto de afabilidad mágica e inconmensurable, se saca unas cuantas fichas de detrás de la oreja y se las entrega a esos ludópatas que, con los ojos inyectados en sangre, insertan la fichita en la ranura, esperando superar el récord existente.

Es inútil porque ya he aclarado que la puntuación no les sirve, a ellos, pero el jugador no atiende a razones. Sigue jugando, haciendo caso omiso a los ruegos y súplicas de sus amigos, parientes y seres queridos, que le insisten en que debería acudir a un médico y seguir un tratamiento de desintoxicación. También debería darse cuenta que ese mago en realidad es un farsante y un timador, un insulto a Tamariz y compañía, pero sigue obcecado con los ruiditos y los destellos de la maquinita infernal.


Mientras tanto la vida sigue, alrededor de ese submundo. En un par de días podremos ejercer nuestro derecho a expresar lo que sentimos, aunque los medios de comunicación ya se encargaran, como siempre, de difundir los porcentajes a su conveniencia o a la conveniencia de sus superiores, con lo que, lo que muchos sintamos no se verá reflejado. Por suerte podremos echar mano de Internet y comprobar por nosotros mismos la información. De ahí deberemos juzgar y sacar nuestras propias conclusiones.

En mi opinión deberíamos exigir otra forma de democracia, más acorde a los tiempos que vivimos. Una democracia que nos permitiera participar de forma directa en las decisiones que se toman, lo que significaría que las personas deberíamos estar informadas de las ventajas e inconvenientes. Y digo, grito, informadas y no manipuladas.

Los tantos por ciento de opciones como votos en blanco, abstenciones o votos nulos (opción esta del voto nulo con una iniciativa en facebook muy interesante y cachonda http://www.facebook.com/event.php?eid=272733739435344 ) serán comentados como simples datos anecdóticos, en lugar de mostrar el descontento y el hastío real que sufrimos y que no sabemos o no queremos, de momento, expresar de otra forma ya que entonces se nos trataría, como mínimo, de antidemócratas y eso está muy mal visto, es censurable y es lo peor.



En cambio, que sigan apareciendo fichas por arte de birlibirloque de manos de unos ladrones no es motivo de escándalo. Con lo fácil que resultaría desenchufar la maquinita. O cortar la luz.

Que tengáis un buen y reflexivo fin de semana.

domingo, 13 de noviembre de 2011

La noticia que (casi) todos queríamos leer

¡¡¡POR FIN!!! No quepo en mi de gozo ¡Cómo deseaba poder escribir sobre lo que venía esperando desde hacía tanto tiempo! Tras meses de caos, años de notar que esto ya no daba más de sí, de palpar el inminente derrumbe del sistema, de ver (sin poder creer) lo que sucedía, esta tarde el castillo de naipes que tan laboriosamente se encargaron de levantar ha sido barrido por la codicia de querer poner una carta más. Habían intentado hacer unos cimientos más fuertes, pegando el filo de las cartas con lo que ellos pensaban que era super-glue y resultó ser goma arábiga. Si ya lo dicen, la avaricia rompe el saco.


Resulta que ha quedado en evidencia lo que muchos sospechaban, algunos sabían pero la mayoría ignoraba. Hacía décadas que esta red que operaba sin escrúpulos había ido ampliando cada vez más sus tentáculos, amasando grandes fortunas a la vez que copaba altos cargos directivos tanto en el sector público como en el privado, yendo del uno a otro (y del otro al uno y viceversa y viceversa) ante la atenta pero parsimoniosa mirada del resto del mundo.


Pero hoy esa red se ha roto y los funambulistas que caminaban por la cuerda floja confiados de no caer al vacío se han pegado una ostia descomunal.


Tras los simultáneos atentados computerizados ocurridos en las sedes de varias de esas empresas de vampiros, se sucedieron las sorprendentes detenciones de dráculas varios, derivadas del destape de información que los hackers han proporcionado a las principales fuerzas de seguridad (han caído numerosos especuladores de renombre como Lloyd Blankfein o Laurence Fink entre otros y personajes de las altas y no tan altas esferas políticas y judiciales (acusados de varios delitos como robo, prevaricación, abuso de autoridad, cohecho, trafico de influencias o malversación de fondos públicos)) y ahora la principal incógnita radica en el día de mañana. ¿Qué sucederá? ¿Cómo van a reaccionar los estamentos que han visto tambalear y derrumbarse su poder? ¿Será este el ansiado fin del sistema corrompido o la bestia mutará y se convertirá en algo peor?¿Han caído los cabecillas o eran sólo unas cuantas cabezas de turco? El desbarajuste en las bolsas mañana puede ser de agarrate y no te menees y dignas de una peli de risa, pero de esas de risa de lagrimita y escaparse la gotita, carcajada limpia y descojone contínuo.


Parece que la era de Aquario ha entrado con fuerza y haciendo más daño a quien más lo merece. Por lo visto las instituciones que hasta ahora habían actuado con impunidad o haciendo la vista gorda y mirando hacia otro lado van a tardar un tiempo en poder volver a usar los sistemas informáticos ya que la intervención de la red por parte de los hackers todavía mantiene en jaque a todo el personal de los diferentes departamentos informáticos, posibilitando que cualquiera que disponga de ordenador y conexión a Internet pueda acceder a los datos que estas instituciones guardaban con tanto celo.


La caja de Pandora sigue abierta y por lo tanto no se da por concluida la operación a la que, por extraño que parezca, todavía ningún yanqui ha bautizado con uno de aquellos nombres espectaculares a los que nos tienen acostumbrados.


Mañana el Sol quizá no salga para todos igual.

jueves, 10 de noviembre de 2011

El G.P. de las despedidas

Escribo con orgullo que este fin de semana estuve presente en la última carrera de la temporada 2011 del Campeonato del Mundo de Velocidad acaecida en Xest, en el circuito Ricardo Tormo.


Fue un fin de semana frío y pasado por agua. No es precisamente el escenario ideal para llevar a tu pareja a su bautismo particular de aceite, gasolina y neumático quemado, pero la ocasión era la que era y no se podía desaprovechar.

Lo que más me llamó la atención fue la cantidad de gente echando de menos a Marco Simoncelli. No pasaba mucho rato sin que apareciera alguien con una peluca, luciendo una camiseta con un 58 o enarbolando una bandera con la leyenda de SuperSic. Los pilotos, por su parte, lucían pegatinas en los carenados de sus motos o se habían hecho un casco en homenaje al fallecido piloto.

Nadie parecía acordarse de lo sucio que era en pista ni de lo peligroso de su pilotaje, todo el mundo estaba con Marco y con su familia.


Personalmente tenia en mente acudir a la cita por un motivo principal: decir mi adiós a la categoría que ha pervivido desde que este circo de las motos nació. Mi favorita. Motos pequeñas, pilotos jóvenes y aguerridos, el característico ruido de los motores.

También quería estar allí para ver al novato Marc Màrquez levantar el trofeo tras una temporada fantástica en la que nos ha hecho vibrar de lo lindo.

Y para despedir también a un campeonísimo de las dos ruedas como Loris Capirossi, todo un veterano.


El sábado estuve esperando que Màrquez saliera a pista en los entrenamientos oficiales, pero fue en balde. El de Cervera tuvo que tomar la dura decisión de no salir a dar ni siquiera una vuelta ya que sufría de visión doble y no quería que ni él ni nadie saliera perjudicado, con lo que el alemán Bradl se fue a dormir conocedor de que tenía el título en el bolsillo sin tener que disputar la carrera.


Sabiendo que ya no quedaban opciones para uno de los nuestros en Moto2, mis esperanzas recaían en Nico Terol, quien tenía una renta de veinte puntos sobre un Johann Zarco que ha pisado los talones al piloto español durante todo el campeonato, a pesar de sus errores garrafales y de solamente subir a lo más alto del podio en una ocasión.


Tras los warm-ups, a las diez de la mañana, se realizó el homenaje a Marco Simoncelli. Todos los pilotos de todas las categorías se juntaron para dar una vuelta de honor, con Kevin Schwantz pilotando su Honda y encabezando la comitiva, mientras se subía una enorme pancarta que cubría la torre de control con una foto enorme del italiano y se hacía estallar una traca, respetando el ruego del padre de Marco que pidió que en Valencia se hiciera mucho ruido para despedir a su hijo.


Con la emotiva despedida en la retina de muchos, a las once se dio la salida de lo que sería la última carrera de 125cc.

Y no habían pasado ni tres vueltas cuando vi que un piloto caía. Pensaba que era Khairuddin, que había tenido problemas, pero no. El desgraciado en cuestión era el francés Zarco, el rival de Terol, que se iba por los suelos y dejaba en bandeja de plata el título de campeón del mundo al valenciano.

A partir de ahí la emoción se centró en ver si Viñales conseguía arrebatarle la tercera plaza en discordia a Sandro Cortese. El de Roses impuso un ritmo muy fuerte que su adversario fue incapaz de seguir sin irse también a besar la gravilla.

Sin el añadido de la presión, Terol se soltó e hizo gala de su poderío, alcanzando a Faubel y a Viñales y superándolos, aunque al final tuviera que ceder al empuje de Maverick.

Un justo triplete y una demostración de quienes han sido los amos de la categoría del octavo de litro estos últimos años.


Moto2 no tenía demasiado aliciente viendo los entrenos y la posición en la que partían los nuestros. El momento álgido fue cuando el ya campeón Bradl se iba al suelo, un ejemplo, en mi opinión, del no merecimiento del título. Ganó Michelle Pirro, del equipo Gresini (el mismo que el de Marco Simoncelli), quien se estrenaba en esto de subir a lo más alto del podio. Declaró que le parecía que Marco le había empujado a conseguir la victoria, mientras su jefe lloraba emocionado por todo lo sucedido.


Y llegó la categoría reina, con un guión que ya cansa. Stoner largándose a las primeras de cambio y metiéndoles un mundo a sus perseguidores. Dani parecía aguantar el tirón, pero se fue quedando rezagado. Antes de eso, en la primera curva, Dovizioso tocó a Bautista, quien no pudo dominar su montura y se fue al suelo, haciendo un strike con Rossi, Hayden y de Puniet, con lo que muchos seguidores del mítico 46 fueron desfilando de las gradas, tal y como sucedió años atrás cuando el italiano se cayó también aquí.

Pero de pronto el australiano, a poco de terminar la carrera, aflojó el ritmo y Spies lo alcanzó, superándolo. El pundonor de Casey se impuso cuando parecía que Spies se llevaría a casa el trofeo de campeón de la prueba, batiendo al yanqui en la misma línea de meta tras estrujar el motor de su Honda.


En fin, como siempre suele ocurrir a estas alturas, se acabó lo que se daba hasta el año que viene. Un año que viene en el que no contaremos con la retransmisión de los profesionales de RTVE ya que otra cadena se ha hecho con los derechos. Han sido muchos años de cobertura mediática, nadie más se atrevió hasta que el motociclismo ha empezado a ser visto por cada vez más espectadores. Espero que siempre nos queden en la memoria las voces de Valentín Requena, Marc Martí, Àlex Crivillé, Ángel Nieto, Ernest Riveras, entre tantas gargantas ávidas de contar algo tan tonto como equis número de tipos dando vueltas a un circuito de asfalto.

Desde este espacio, muchas gracias por los tiempos vividos.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Coitus griegus interruptus

Leo, con pena, como el primer ministro griego ha decidido dar marcha atrás tras verse sometido al chantaje de sus socios de la eurozona y de todo el malvado entramado financiero.


Después de ver un organigrama en el que se podía ver de qué manera cargos públicos y privados se van relevando en esta broma de mal gusto empiezo a pensar que esta maniobra de poco más de 24 horas de duración no ha sido otra cosa que, en mi opinión, un mero movimiento especulativo, otra artimaña de los buitres carroñeros que se están dando un festín con todo este berenjenal.


Leyendo la opinión de Marco Schwartz http://blogs.publico.es/versionlibre/651/el-indignante-acoso-a-grecia/ he tenido la penosa revelación de que finalmente ya nos podemos estar olvidando de que formamos parte del primer mundo. La situación que estamos viviendo y la que nos va a tocar vivir de ahora en adelante se parecerá a la que los países del tercer mundo han estado padeciendo durante decenios, subyugados y extorsionados por la avaricia del capital y si no le ponemos remedio ese va a ser nuestro triste destino.


Aunque todavía está por ver si los grandes oligarcas no van a decidir montar un cristo y liarnos en un conflicto bélico de dimensiones estratosféricas con los fines de: a.)lucrarse a base de bien con la venta indiscriminada de armamento, b.)eliminar a una parte de esos siete mil millones de personas que habitamos en el planeta y c.)sentar las bases para subyugar a la humanidad y someterla a sus designios para el futuro.


Últimamente estos pensamientos me están llevando a pensar demasiado en una respuesta violenta hacia ese sistema. Me equivocaba al pensar que no sabemos contra quién luchar. Solamente debemos escarbar un poco para darnos cuenta de quién/es pretenden dirigir el destino. La destrucción o inutilización de las sedes de organismos como el FMI, el BCE, agencias de calificación y todos los nidos donde anidan estos pajarracos.


¿Alguien conoce algún hacker de confianza o a un terrorista en paro?

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Ni sexo ni yogur

Pánico bursátil por miedo a otra debacle financiera. La quiebra griega podría llevarse por delante a bancos de todo el mundo. Así titulan la noticia en el diario Público.es. http://www.publico.es/dinero/404599/panico-bursatil-por-miedo-a-otra-debacle-financiera

Puede ser un anuncio catastrofista y no me extrañaría, pero de un tiempo a esta parte es inevitable hacerse eco de la situación griega y de ahí un servidor llega a la conclusión de que quizás haya llegado el momento. El momento de que el sistema se derrumbe y se desplome definitivamente. Que la inmensa mayoría de bancos quiebren y se vaya todo a hacer puñetas. Ojalá, pero el sistema parece que se reinventa para salir vivo, aunque agonizante, de cada estocada que se da él mismo, cual samurai haciéndose el harakiri. A diferencia de que él no tiene honor. Bien al contrario, ni honor ni vergüenza, tal y como lo demuestra la incorporación a las filas directivas del BCE y de la ramificación europea del FMI en su puesto más elevado de personajes que en su día ocuparon altos cargos en Goldman Sachs, que por aquel entonces se dedicaba a ocultar la deuda griega a ojos de todos.


La ilustrativa imagen que corre desde hace un tiempo de unos niños africanos desnutridos escribiendo en la arena “Por favor, salvad los bancos” es tan solo una pequeña aunque significativa muestra de la falacia absurda en la que estamos sumergidos.


Es probable que si los economistas que aparecen en los medios leen este escrito me tachen de cretino. Pero como no lo leen. A esos economistas debería caerles la cara de vergüenza. Pero como no tienen.

No sé si habrá más gente que piense como yo, que sea igual de cretina. Porque bien mirado, si se hunden los bancos los que más vamos a sufrir somos esa gran masa de populacho que vivimos en una supuesta sociedad del bienestar. Los más ricos van a seguir viviendo bien durante un tiempo y los más pobres quizá tengan una mínima oportunidad de salir adelante sin las restricciones que organismos como la OCDE y el FMI les imponen.


Lo que viene sucediendo en Grecia da para mucho. Bien es cierto que los helenos llevan tiempo remoloneando de mala manera incumpliendo las clausulas del contrato que hicieron en su día pero, en mi opinión, lo realmente trascendente de lo que está sucediendo es que los mercados finalmente se han quitado la máscara y están demostrando que no tienen interés alguno en la democracia. Como tampoco la tienen Merkel y Sarkozy, que han corrido a prevenir a Grecia y advertirle de que dé marcha atrás en su intento de permitir que sea la soberanía popular la que decida sobre su futuro.


Grecia, la cuna que tantos recién nacidos ha mecido, puede seguir siendo ese lecho para una nueva manera de entender el futuro o transformarse, directamente, en un ataúd con lápida incluida cuya inscripción rece: Aquí yace el último intento de transformar el mundo.

sábado, 29 de octubre de 2011

La hora de los sensatos

Pues me ha parecido de lo más acertado el título. Con sensatez, usando la lógica, el sentido común (dos palabras que leeréis mucho en sus páginas), así da la impresión de que se ha escrito este libro.
La hora de los sensatos, de Leopoldo Abadía, es un libro que se lee solo. No esgrime datos técnicos que tienden a hacer pensar más de la cuenta y que terminan perdiendo al lector en un mar de dudas y consultas a San Google para aclarar conceptos que uno no ha oído hablar en su vida, o que últimamente oye tanto que para no parecer tonto termina por sucumbir y buscarlo, ya no en el Diccionario como se hacía antes, sino en San Google, que lo sabe todo. Cuando mis padres no sabían o no querían responderme a algo, por el motivo que fuera, la respuesta era: -Míralo en el Diccionario. Supongo que era la salida de emergencia y la respuesta políticamente correcta cuya traducción sería: -Ahora no me da la gana de contestarte porque estoy ocupado/a en mis cosas. O bien: -No tengo ni puñetera idea o sea que búscalo tú, que es a quién le interesa saberlo.
Y claro, después de tanta consulta uno pierde el hilo y ya no sabe por dónde va. En éste no.

Publicado por Espasa y con una longitud de 184 páginas de texto lectivo, en sus hojas uno se traslada a su querido e imaginado pueblo de San Quirico para desayunar con el autor y su amigo, además de compartir alguna que otra cena con sus respectivas mujeres.

Leopoldo Abadía empieza explicando lo ajetreado que ha estado últimamente yendo y viniendo de una conferencia a otra, agradece y resume los encuentros, anécdotas y vivencias que le han sucedido en este tiempo y se encuentra con su amigo de nuevo, para contarle lo que le ha dicho esa gente con la que se ha topado y las reflexiones que ha hecho sobre lo que esa gente le ha dicho.

Y lo que la gente le ha dicho, entre otras cosas, es que se siente abandonada, que no sabe hacia donde ir, que está apática, hastiada de esta situación y escéptica hacia lo que el futuro les depara. Lo normal vaya.

El autor responde a la pregunta de si es de izquierdas o de derechas, aunque lo hace a su manera. Y considero que yo soy lo mismo que él.

Resulta muy interesante cuando va al grano y escribe sobre lo que él denomina Revolución Civil. Poco antes suelta una frase que, si bien puede no ser suya, a partir de ahora y si nadie expone lo contrario, le atribuiré. Cree que: El mundo está lleno de personas, pero que cada persona es un mundo. La encuentro genial.
El primer artículo de la Constitución de esa Revolución Civil reza que toda persona será sujeto de obligaciones y derechos. Yo a este artículo le sumaría algo así como: “e igualdad de oportunidades y deberes”. Esto de las oportunidades, derechos, obligaciones y deberes lo saqué de algún lado, pero no me acuerdo de dónde. Sé que me gustó mucho y leer ese primer artículo me lo ha traído a la memoria.

Uno de los pilares en los que el autor sustenta su obra es en el uso del sentido común. Y a mi modo de ver lo hace de manera excelente. Nos define lo que el ve como el bien común. Se podrá estar de acuerdo o no con su forma de pensar pero, en mi opinión, hay mucha sensatez en lo que él dice.

A partir del capítulo siete habla de política, de economía y de democracia. Las define, a su manera. Las analiza y las deconstruye con su particular sentido del humor pero sin perder por un momento la coherencia, aunque a veces se le ocurran ideas disparatadas.

El libro da un vuelco a partir del capítulo doce, cuando el autor y su amigo deciden pasar a la acción. A partir de ese punto se empieza a saber lo que hay que hacer. Y lo que hay que hacer no es otra cosa que aplicar el sentido común. Esto de aplicar el sentido común es más difícil de lo que parece, porque si se hubiera aplicado otro gallo cantaría... pero bueno.
La cita que hace de Churchill no tiene desperdicio, como tampoco la tiene su declaración de principios.

En los puntos en los que no estoy de acuerdo con el autor se encuentra una afirmación que dice que serán las empresas las que nos sacarán de esta crisis, y de las que vengan, en el futuro. Y que serán las empresas grandes las que lo harán. No termino de ver claro como unas empresas que juegan y especulan de manera ingente con su dinero y con el que no existe, empresas que propician que primen los resultados económicos sobre el hambre, la pobreza o la violencia vayan a ser las que saquen al mundo del atolladero. A no ser que esas empresas cambien radicalmente sus principios y que lo haga también el sistema, de aquí no salimos ni de coña. Aunque luego aclara que quien nos sacará de la crisis serán las personas decentes. Y eso me deja más tranquilo porque revierte en lo anterior.
Tampoco veo claro lo de crecer, porque la manera de crecer que ha habido hasta ahora es insostenible. Hay otras formas de crecimiento, pero no creo que sean esas a las que se refiere el autor.

Él y su amigo se ponen las pilas y en poco tiempo y con la idea de que ellos van a dirigir el país durante cuatro años (y sólo durante cuatro años) montan una hoja de ruta que incluye la forma de dirigirlo (al país), el equipo que lo hará, las condiciones que deben reunir los miembros de ese equipo y las responsabilidades que van a tener. Convocan una reunión que dura cuatro días. Al finalizar el cuarto día, todos los miembros del equipo (cinco en total) saben lo que tienen que hacer.


En la página ciento sesenta se puede leer una declaración de intenciones llena de (¿cómo no?) sentido común. Aunque en el punto número siete discrepo. Los que me sigan y hayan leído el libro ya sabrán porqué. Va, una pista, estoy a favor de que el Estado proporcione una renta básica a cada persona que viva en ese Estado, por el simple hecho de ser persona. Y como decía la Kemp: “y hasta ahí puedo leer”.

Y siguen así, ellos dos y su equipo de vicepresidentes, que ahora son cuatro, (con unos nombres muy apañaicos y que permiten que cualquiera entienda a qué se van a dedicar) arreglando España y de paso proponiendo un modelo de gestión de país que de salir bien pueden exportar luciendo con orgullo el sello “Made in Spain”.

Hasta que uno llega al final de la lectura. Me dan ganas de escribir una cosa pero no lo voy a hacer porque a.) podría desvelar el final, b.) tampoco es cierto del todo y c.) es muy machista y, por lo tanto, muy imbécil.

En fin, un libro muy fácil de leer, ameno, divertido, un libro para pasarlo bien. Ya era hora.

Hay una pregunta que no he podido dejar de hacerme mientras leía el libro. De hecho es una pregunta que suelo hacerme cuando vislumbro que hay personas como Leopoldo Abadía, o como Arcadi Oliveres, o como Joan Melé, o como Santiago Niño, que piensan de manera lógica aunque algunos los tilden de utópicos. ¿Porqué no tenemos a estas personas dirigiendo los asuntos que nos atañen? ¿Porqué no están estas personas ocupando cargos de poder cuando a todas luces están más capacitados que los que los ocupan actualmente? Me pregunto esto y me pongo un poco triste. Y después me entra la esquizofrenia conspiranoica. Pero intento que se me pase pronto.
A Leopoldo le pido, por favor, que no tire la caja. Seguro que puede servir.
Realmente, lo de escribir en servilletas es todo un tema.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Ciao Marco

Adiós Marco. He tardado unos días en escribirte esta misiva a modo de despedida, pero tenía sentimientos encontrados. Reconocía que eras un buen, un muy buen piloto, pero lo reconocía por lo bajini. Si no te hubieras topado tantas veces con los nuestros, perjudicándolos sobremanera debido a tu manera de pilotar, no te hubiera tenido tanta rabia. Incluso habría disfrutado más de tus carreras y te podría haber animado. Pero parecías tener un imán para chocar con ellos, sacarlos de la pista o hacerlos volar por los aires. Tus encontronazos con Barberà, Bautista, Lorenzo, Pedrosa, y no una, sino varias veces, me llevaron a maldecirte hasta lo innombrable. Sobretodo cuando tres años atrás, en ese mismo asfalto que te ha quitado la vida, te erigiste como campeón de la hoy desaparecida categoría del cuarto de litro. Te llamaba despectivamente “Limoncello”, pelo de payaso y otras cosas, exaltado por tu agresivo pilotaje. Pero reconozco que eras un muy buen piloto.


Hacía tiempo que te lo advertían, pero tu seguías fiel a tu estilo, haciendo caso omiso de las palabras, consejos de otros y amenazas de dirección de carrera. Al final tus ganas de luchar te han llevado a tener el fatídico accidente que te ha quitado la vida. Y lo siento por ti y por los tuyos, lo siento de veras. Nos vas a dejar a todos con la duda de saber hasta donde podrías haber llegado. Seguro que habrías subido a lo más alto del podio, aunque hubiera sido batiendo a los nuestros y eso no me habría hecho ninguna gracia. Pero ninguna ninguna.


Ciao Marco. No te olvidaré.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Empeñado en encontrar la manera

No sé si sabréis que hacía tiempo que quería leer sobre Karl Marx. Acudí a la biblioteca y una de sus empleadas me aconsejó empezar con “Guía para entender a Marx” de Edward Reiss. Debo agradecerle que lo hiciera ya que su lectura me ha servido de mucho. Justo después de cerrarlo empecé con “El fin del trabajo” de Jeremy Rifkin, un libro escrito en el año 1994, que predecía, con más o menos acierto, algunas de las situaciones que estamos viviendo en la actualidad. Éste, a pesar de estar escrito hace más de quince años y estar muy centrado en la problemática americana, sugiere varios temas y aporta soluciones de las que yo he extraído mis propias conclusiones.


Este artículo puede que sea una repetición de algunos escritos anteriores, pero con la diferencia de que, por fin, he podido leer a alguien (más culto y entendido que yo) que profetiza algo tan simple como que el ser humano debe dejar de estar sujeto a la esclavitud de un trabajo. Más que deber lo va a tener que hacer por obligación, pero eso ya se verá más adelante.


El fin del trabajo” cuenta de forma muy clara y con un lenguaje bastante entendedor la problemática con la que se ha encontrado la clase trabajadora desde los albores de la era industrial.

Cuando se creó la máquina de vapor se inició una nueva etapa en la historia de la Humanidad. Una etapa caracterizada por el uso cada vez mayor de herramientas mecanizadas que han superado en potencia y, por lo tanto, en capacidad de producción, a las personas. Con un rendimiento superior, los avances tecnológicos han permitido la implantación de máquinas en detrimento de los puestos de trabajo que ocupaban los hombres y mujeres en todos los ámbitos.


Por este motivo me indigné (esta palabra tan de moda últimamente) cuando escuché a Rubalcaba prometer el crecimiento del empleo en un mitin, para acto seguido ver que Rajoy hacía exactamente lo mismo en otro. Nadie hablaba de que el trabajo como tal va a ser algo que será prácticamente erradicado y que lo necesario, en mi opinión, es buscar alternativas para que, de una vez por todas, las personas pasen de ser esclavas de un trabajo que normalmente no desean, ni les gusta, ni se sienten mínimamente realizadas haciéndolo, a una sociedad que haga un uso cada vez mayor de su tiempo libre.


Una persona me ha dicho, al exponerle lo anterior, que lo que hacen falta son líderes, alguien que plantee una teoría, que lo haga desde las universidades, que todas las revoluciones han surgido de la misma forma. Se preguntaba el porqué no había más revoluciones, porqué la gente no salía a la calle y se plantaba. Mi respuesta ha sido que el hastío y la desilusión se habían apoderado del pueblo. No puedo imaginar otros motivos por los que el ser humano se haya rendido. Coincido con esta persona en que es necesario unos líderes que encabecen la subversión y no pase como hasta ahora, en que el único movimiento que levanta la voz, el 15-M, no tiene unas cabezas visibles, unos referentes a quienes seguir. Tampoco los grandes medios de comunicación parecen tener demasiado interés en dar a conocer nombres ilustres y personajes de quienes fiarnos. Por desgracia siguen habiendo más personas interesadas en saber como ha ido la boda de la Duquesa de Alba o en la última parida de la Esteban que de una posible salida de esta situación. Así nos va al resto.


Debo escribir (¿porqué esconderme?) que mientras leía y tomaba apuntes sobre los dos libros que citaba al principio, me imaginaba redactando una teoría que fuera lo suficientemente válida como para que fuera seguida. Tampoco hace falta que sea una teoría definitiva, algo que haya que obedecer a pies juntillas. Al fin y al cabo, simplemente han sido una serie de anotaciones, de pensamientos escritos que desarrollaba a medida que iba pasando páginas y entendiendo algunos cómos y porqués. Quizá haya quien piense que son demagogias o que es algo tan evidente que no valía la pena escribirlo y mucho menos perder el tiempo en leerlo, pero eso ya es opinión de cada cual.


De estos cómos y porqués he deducido que:


Los sistemas capitalista y consumista actuales, unidos a los avances tecnológicos, son sus propios destructores.


Los avances tecnológicos crean puestos de trabajo pero siempre menores a los que destruyeron esos avances. La reconversión de unos sectores a otros también destruye puestos de trabajo.


Debería haber sido obligación del sistema capitalista velar por el bienestar de las personas trabajadoras. En lugar de eso [el sistema] ha permitido el abuso reiterado en beneficio de las empresas y los mercados.


Las empresas que luchan y se desviven por incrementar sus beneficios a costa de la eliminación de puestos de trabajo deben hacerse cargo de las personas a las que desemplean con un reintegro equivalente al sueldo que ganaban trabajando, a costa de los beneficios que obtenga la empresa.


Los mercados y las especulaciones constantes deben ser penalizadas con impuestos, de manera que las repercusiones negativas que esas acciones puedan tener (generación de pérdidas a terceros (por ejemplo, las oscilaciones en el precio del grano que provocan que las cosechas sean ruinosas para el campesino), destrucción del medio ambiente, eliminación de empresas y puestos de trabajo, empleo de mano de obra sin sus debidos derechos laborales, etc.) se vean recompensadas por esos fondos.


No se incrementan los puestos de trabajo; al contrario, con cada avance tecnológico el número de personas despedidas irá a más.

La eliminación de puestos de trabajo debe ser inversamente proporcional al incremento de la felicidad en la llamada clase trabajadora.

Ésta, poco a poco, deberá dejar de creer en que tener un trabajo es vital ya que podrá dedicar su tiempo libre a aquello que considere necesario para su crecimiento y desarrollo, tanto en conjunto como a nivel individual.

Hay que dejar de creer que se es una persona inútil si no se tiene un empleo.

El potencial de una persona debe dejar de ser medido por su fuerza de trabajo sino por su aportación a la sociedad. De este modo [la persona] no estará obligada a vender su fuerza de trabajo por un sueldo.


El trabajo de los publicistas deberá cambiar y pasar de ser una creación constante de necesidades de consumo a otro de creación de necesidades de evolución personal y de ayuda al prójimo.


Me pregunto qué lleva a los ricos a generar pobreza porque su riqueza no puede generarse indefinidamente; los pobres no pueden generar riqueza.


La creación de puestos de empleo tiene que ser reconvertida hacia la creación de posiciones, de escalafones que permitan a cada ser humano desarrollar sus capacidades e inquietudes de forma libre, en el marco de una sociedad justa y comprensiva con las aptitudes de todos sus miembros.


De querer perpetuar el sistema actual, las clases inferiores van a terminar por hacer uso de la violencia, devolviendo el trato que han sufrido en forma de precariedad y abusos en el trabajo, recortes sociales e impunidad de los culpables de esta situación. De no seguir un camino de paz, el futuro puede que sea reprimido de una forma sin precedentes y controlado por fuerzas policiales. Posiblemente estas fuerzas policiales sean financiadas por empresas; el Estado como tal ya no tendrá ninguna importancia.


Las ideas radicales de cambio no tienen cabida en los medios de comunicación, impidiendo ver el amplio abanico de posibilidades que se le ofertan al ser humano.

Puestos a imaginar radicalidades, el dinero debería dejar de existir. Cada persona debería obtener unos puntos que le permitieran adquirir bienes. La obtención de puntos sería la resultante de lo que esa persona aportara a la sociedad. (Esta idea no es mía y admito que habría que “trabajarla”)


Para ir terminando con esta exposición, pienso que la llamada “generación ni-ni” puede que no sea tan mala. Lo es en cuanto a escasez de valores, pero el acomodamiento sistemático de estos jóvenes puede propiciar la transición de un sistema en el que el trabajo era una parte fundamental para la persona a otro sistema en que el ocio y el tiempo libre sea algo inherente a cada individuo.


De momento he llegado hasta aquí. Sé que no siguen un orden, que son ideas dispares. Espero ampliar estos puntos tanto como sea posible, hasta conformar una teoría que podría ser puesta en práctica. Por este motivo me gustaría ponerlos a debate, conocer su viabilidad. Tenemos que encontrar la manera de salir de ésta.

Seguiré soñando y confiando en el ser humano y en su capacidad para crear un sistema que le permita vivir mejor.








sábado, 24 de septiembre de 2011

De veto en veto, esta solicitud me la peto

Otra desilusión para que llegue la paz a Oriente Medio.


El palestino Mahmud Abbas ha solicitado ingresar en las Naciones Unidas. Ha sido un gran paso, pero todo hace pensar que será en balde. Me pregunto por qué no lo ha hecho antes, pero bueno.


El israelí Benjamin Netanyahu le ha respondido que se pusieran a negociar en ese mismo momento y en ese mismo lugar. Una tendida de manos totalmente demagógica. Si quería negociar ¿por qué no lo ha hecho antes?


Y será en balde porque Obama ya ha dicho que vetará que Palestina se convierta en estado. Aunque tampoco los mismos palestinos enraizados en la organización Hamás están de acuerdo ya que se reconocería a Israel como estado.


Obama, premio Nobel de la Paz, ha preferido seguir contando con el apoyo de la comunidad judía con vistas a las elecciones del año que viene que mojarse un poco y aceptar lo que parece que es un grito unánime de la mayoría de países.


Aunque hay un aspecto del que no se habla y que creo que tiene su importancia.

¿Verdaderamente hay un interés real en que haya paz entre esos dos pueblos?

La lucha armada que mantienen desde hace décadas genera un mercado de compra-venta de material bélico que, en mi opinión, interesa demasiado.


No parece que el reconocimiento de un estado palestino sea pues la solución al problema. El problema debería resolverse pactando, cosa que no han logrado hasta el momento.


Pasadas unas pocas horas, leo, con pena, que una treintena de países han recibido una carta de los EUA advirtiendo del peligro que supondría este paso, considerándolo una amenaza para la paz.

En este punto vuelvo a repetir lo que tantas veces he dicho y es que no puedo comprender que un estado tenga derecho a vetar y a prohibir algo, siendo esta acción una demostración de que en la ONU no rige un sistema democrático, sino más bien un sistema dictatorial en el que solamente unos pocos pueden decidir lo que está bien y lo que no, lo aceptable y lo desdeñable, sin importar en absoluto lo que pueda creer y querer la mayoría. El mal llamado Consejo de Seguridad de la ONU no aplica a todos por igual su defensa de los Derechos Humanos y el veto de EUA a la posibilidad de que Palestina sea reconocida como Estado es otra prueba de ello, de la gran falacia que desde hace más de medio siglo viene padeciendo el mundo.

viernes, 23 de septiembre de 2011

De buena mañana y buen fin de semana

A las ocho de la mañana, en el radio-despertador sintonizado en la emisora líder en Catalunya, Rac1, suena el discurso con el que Basté empieza su segunda hora de programa. Hoy me ha gustado. Trataba sobre la inutilidad del Senado y, en mi opinión, pienso que lleva toda la razón. Pero los políticos, lejos de variar su rumbo y dedicar sus esfuerzos a crear beneficios para el pueblo, su pueblo, siguen manteniendo el timón en la misma dirección.


Volviendo al programa de Basté, éste daba la noticia (y quiere desarrollar un debate en la siguiente hora) de que este fin de semana, José Tomás, de profesión torero, iba a ser el último en lidiar uno de esos bravos animales en una plaza catalana.

Dejando de lado mi parecer sobre el tema, al oír las declaraciones de un chaval, cuyo sueño es dedicarse a matar reses en un círculo de arena, quejándose de la imposibilidad de poder trabajar en su tierra, lo comparaba con un cantante de opera al que no lo dejaran cantar en el Liceu o a un futbolista no lo dejaran chutar, de pronto he recordado que uno de mis sueños era conducir un coche por la sinuosa y serpenteantemente peraltada carretera que unía Ponts y Basella. La administración decidió construir un pantano, inundado la zona, antes de que yo pudiera sacarme el carné. Ajo y agua, cosas que pasan. Lo mismo le digo a los taurinos de pro. Hay otras plazas... hay otras carreteras.


Seguía la información con los recortes en sanidad y las declaraciones del President de la Generalitat aludiendo a la inutilidad de las huelgas que quiere hacer el personal sanitario (aunque no alude a su incapacidad para escuchar otras posibilidades. Tampoco se dice nada sobre que el actual consejero de Sanidad viene de la privada y es a ella hacia donde nos quiere dirigir).


Una de las típicas secciones de los viernes consiste en mencionar las películas que se pueden ver en los cines y que están dobladas al catalán. Reducidas a la mínima expresión, igual de mínima que la cantidad de gente que acude al cine a verlas, J.B. sigue empeñado en su denuncia, así como con el excesivo precio de las palomitas. Haría bien en denunciar, de paso, que la especulación sobre los alimentos es un hecho, porque nunca lo oigo hacerse eco de ello.


Y, atención, esta noche habrá que estar atentos. De una forma parecida al temor de que el cielo cayera sobre las cabezas de los galos, esta noche pueden caer trozos de un satelite que ha estado orbitando por allá arriba. El tamaño de éstos puede ser tan grande como un autobús. No sé yo si servirá de algo estar pendientes, para apartarnos si lo vemos venir. Lo suyo sería buscar una cueva.


Buen fin de semana.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

La mercatocracia (2)

Todavía no ha salido el Sol cuando empiezo a escribir.


Tras una hora larga dando vueltas en la cama he decidido vestirme y sentarme frente a mi amigo el teclado para escribir un poco.


Resulta que a principios de semana se había hecho un llamamiento para manifestarse delante de las bolsas de varias capitales del mundo e impedir en la medida de lo posible que estas abrieran.


El resultado fue el mismo que cuando los indignados intentaron impedir la entrada al Parlament a los politicuchos que siguen a pies juntillas las directrices mercatoriales: dispositivo policial y desalojo de los manifestantes.


En Barcelona eran poco más de cincuenta, en Madrid unos doscientos y en Nueva York, la pionera, cerca de setecientas personas se dieron cita para denunciar la crueldad de los mercados. Allí, al otro lado del charco, las fuerzas de seguridad también impidieron que los comprometidos pudieran ejercer sus protestas en el modo y la forma que querían.


Los medios de comunicación standard se hicieron eco de la noticia a su manera. Eso es sin darle demasiada importancia ni relevancia, no se diera el caso de que la gente, harta, se uniera a unas reivindicaciones que son justas y, en mi opinión, totalmente necesarias.


Mientras tanto, los que cada día abren las puertas de esos negocios se desternillaban de risa, viendo la inocencia e inutilidad de tales acciones. Ellos, conectados a sus teléfonos móviles de ultimísima generación, siguieron ese lunes especulando y ganando o perdiendo un dinero que no es suyo y que tampoco es real, sin importarles un carajo las consecuencias de sus actos.


¿Quién pondrá freno a todo esto? ¿Quién se va a atrever a dictaminar unas leyes que impidan el lucro excesivo y desmesurado que, además, afecta a miles de personas directa o indirectamente?


De momento nadie tiene la suficiente valentía como para plantarse y detener esos abusos, con lo fácil y beneficioso que sería. Bastaría con la creación de un impuesto sobre las transacciones financieras, desorbitadas en muchos casos, para recaudar unos fondos que impedirían la puesta en marcha de la podadora social.

No puedo dejar de preguntarme, aunque luego haya algunos que entiendan mis dudas como una falta de opinión sobre el tema, quien se beneficia de esta situación.

Situación en la que todos salen perdiendo: la empresa no obtiene beneficios ya que descienden sus ventas, el trabajador no puede adquirir ciertos productos porque su limitado sueldo no le basta y encima tiene que hacer frente a los recortes que le afectan, los bancos ajustan cada vez más sus márgenes de manera que sus clientes deben empezar a pagar por unos servicios que antes regalaban (eso sí, siguen teniendo pingües beneficios a su costa).

Pienso yo que en algún momento la maldita crisis llegará a la cúspide de la pirámide y afectará a quienes ahora se regodean en el desespero de la sociedad, viendo como los gobiernos a quienes han votado obedecen sin rechistar a las órdenes de los mercados a quien nadie ha votado.


En fin, está a punto de salir el Sol, algo que ni la crisis ni la ferocidad de la codicia puede, de momento, evitar. Que tengáis un buen día.


(continuará...por desgracia)

viernes, 2 de septiembre de 2011

La mercatocracia

Hace días que quiero escribir sobre este palabro, que seguramente alguien habrá inventado antes que yo y es que desde hace demasiado tiempo que los famosos mercados no paran de incordiar. Se añaden estos a la larga lista de cosas que no termino de entender.

No consigo entender que, aún a sabiendas de la especulación que en ellos se fragua, se siga, no ya permitiendo su existencia, sino alentando, aupando, alimentando a la bestia. Hay que tenerla contenta. ¿Contenta para qué? ¿Para que siga jodiendo la vida a los demás? No daba crédito cuando leía que se tomaban medidas para contentar a los mercados y me entraba la risa (reír por no llorar) cuando al día siguiente las portadas anunciaban que las bolsas se despeñaban.


Parece bastante claro que lo que se nos ha estado vendiendo hasta ahora como democracia se ha convertido en mercatocracia, una dictadura que ejercen los mercados y a cuyos dirigentes no consigo poner cara. ¿Exagero? ¿Quien si no está dictando lo que los gobiernos deben hacer? Ordenes que los políticos siguen a pies juntillas.


Está sucediendo precisamente al revés de como yo imagino la evolución. En lugar de posibilitar que el ser humano pueda crecer como persona se le merma de cualquier opción que no sea otra que la de trabajar para contentar al sistema.


Un artículo interesante se publicaba hace unos días en la web de ATTAC España sobre unos multimillonarios franceses empeñados en pagar más impuestos, en la línea de lo que decía W. Buffet. Tras leerlo y dar cuenta también de los comentarios que suscitó en Facebook volví a hundirme en un mar de dudas. Por una parte está la idea de la conspiración, una paranoia que no sé yo si es fruto de la esquizofrenia o si tiene algún fundamento lógico. Que todo lo que esté pasando esté orquestado por alguien o alguienes es algo que me da demasiado miedo porque hasta hace bien poco uno podía pensar: Bueno, sé el daño que hacen empresas como Novartis, BP, Repsol, así que intentaré hacer mi pequeño boicot hacia ellos. Pero, ¿los mercados? ¿Quien está detrás de ellos? ¿A quién boicoteo?

Por otro lado pienso que hay que darle un voto de confianza al género humano, y que si esos multimillonarios anuncian públicamente su intención de pagar más impuestos será porque comprenden el sentido de las palabras justicia, solidaridad, ética...


Una frase me llamó la atención y me hizo recordar que debo leer las teorías marxistas, para saber en qué coincido. Hablaban de expoliar a los expoliadores, una idea no del todo descabellada, aunque me viene a la cabeza aquél episodio de Los Simpsons en el que Lisa y un grupo de intelectuales forman un gobierno. ¿Expoliar a los expoliadores? ¿Por dónde y cómo se empieza a hacer eso? ¿El pueblo haciéndose con el control?


Demasiadas preguntas sin respuesta. ¿La tendrá alguien, la respuesta? ¿Los Iluminati, los miembros del Club Bildelberg? Giro en redondo con la idea de que seamos, tristemente, unas marionetas con las que se juega sin ningún tipo de contemplación. Quizá sería bueno saber quien maneja los hilos.


Me asusta un poco pensar que toda esta situación pueda desembocar en un estallido de violencia terrorista pero, en mi opinión, no estamos lejos de empezar a ver en los noticiarios los primeros atentados hacia objetivos como oficinas de Bolsa, sedes del FMI y otros organismos partícipes en este caos y en buena parte culpables y provocadores del mismo.

Contrario a que se derrame una sola gota de sangre, no vería con malos ojos la destrucción de los engranajes que mueven este absurdo motor.


Hoy he escuchado a Stéphane Hessel en Rac1 y me ha dado alguna pista sobre este tema. Coincide en que el principal problema que tenemos ahora es no reconocer contra quien luchar. Se sabe que hay un enemigo, los mercados y su dictadura, pero no es posible combatirlos como hacía él con el nazismo. Habrá que quitarles el velo...

...continuará.

miércoles, 29 de junio de 2011

La tierra de las cuevas pintadas

Última entrega de la serie “Los hijos de la Tierra” que cuenta, con éste, los seis ejemplares.

Esperado durante años, el libro se ha publicado este 2011. Tuve la suerte de leer los cinco primeros tomos casi seguidos, con lo que la espera y el ansia de vivir las aventuras de Ayla se ha prolongado más de lo querido. Incluso llegué a dudar que se publicara, pero finalmente llegó.

Para realizarlo, con la meticulosidad característica de los libros anteriores, la autora, Jean M. Auel, ha visitado a conciencia yacimientos prehistóricos situados en el sur de Europa, entre los que ha incluido los de España y se ha codeado con diferentes expertos en la materia, lo que le confiere a esta obra, igual que a las otras, la rigurosidad del estudio y su transcripción magistral a una novela de ficción.

El gran trabajo de investigación que la escritora ha desarrollado, tanto en este como en los anteriores libros, dan fe de su pasión por esos tiempos pasados. La autora nos traslada en su particular máquina del tiempo ha conocer como vivían nuestros antepasados, qué comían, cómo lo cocinaban, cómo preparaban sus rituales...
Se permite muchas licencias, atribuyendo a Ayla, la protagonista, cualidades y capacidades propias de una heroína que pueden distar mucho de la realidad, pero al fin y al cabo es una novela de ficción.
Lo importante es lo bien documentada que está, el análisis y el estudio de varios años condensado en una historia llena de aventuras y situaciones que hacen disfrutar al lector. A mí me hacen soñar en vivir en un mundo distinto, un mundo en el que la gente se organizaba de otra forma, de manera lógica, con un respeto y amor hacia la Gran Madre Tierra, que los proveía de alimentos, de ropa, les daba cobijo...

Desde el primer libro, “El clan del oso cavernario”, la autora me conquistó por su conocimiento de cómo se vivía en situaciones extremas, algo que ella misma relata y que pone de manifiesto en sus entrevistas cuando cuenta los cursos de supervivencia que realizó o las horas que estuvo leyendo y estudiando libros referentes a esta época pasada de la Humanidad. Me fascinó la facilidad con la que transmitía una historia, una fábula, apoyada en sus conocimientos, experiencia y estudio, e imaginación.

En su lectura me he encontrado otra vez perdido en la mar de información que Jean aporta pero que no termina de esclarecer. La manera de curtir las pieles, la descripción de animales ya extintos o la rica y variada flora al igual que sus cualidades, ya sean alimentarias o farmacéuticas, me han provocado ganas de saber más acerca de las costumbras de nuestros ancestros, echando de menos una enciclopedia o un ordenador cercano al que consultar mis dudas.

En esta última entrega me ha parecido muy extraña la separación de los capítulos, hecho destacable pero no preocupante. Agobia un poco la repetición de situaciones o datos concretos, como por ejemplo el peculiar acento de Ayla, la recitación e importancia de los lazos y títulos que ostentaba una persona, las costumbres, el Canto a la Madre, etcétera. De no ser por esas repeticiones, cansinas a veces, calculo que el libro tendría unas diez páginas menos de las 794 que tiene, sin contar los agradecimientos.
Eché de menos y recomiendo que el lector se haga una lista con los nombres que aparecen y de su relación con Ayla y su prole.

Hacia el final del libro, sobre la página 564 hay una descripción de un viaje alucinógeno que la protagonista realiza sin querer, muy extensa, preguntándome si la autora del libro, aparte de estudiar arqueología prehistórica, no estudió otras cosas optando por el experimento personal.

En este libro he tenido un par de decepciones. Una de ellas sería imposible ya que Auel incurriría en un grave error; yo creía que le atribuiría a Ayla la invención de la rueda, algo no tan descabellado teniendo en cuenta su inteligencia y sus traslados de equipaje a lomos de los famosos caballos Whinney, Corredor y Gris. No es factible que lo hiciera ya que la rueda data de una fecha más reciente de los 35000 años en los que se sitúa la aventura.
La segunda decepción es la de que Ayla no vea a su primer hijo, aquél nacido en el Clan.

Espero que haya una séptima, un último viaje, la confirmación de Ayla como Zelandoni de la Novena Caverna, la asumida y sabida ya por todos paternidad a partir de la fecundación física y no espiritual, más descripciones de cuevas, de paisajes, de manadas de animales ya extintos, de experiencias con plantas y sustancias y del reencuentro de madre e hijo, cerrando el círculo.

Deseo que Jean M. Auel apruebe un guión que le presenten con buen tino para realizar una película o una serie sobre su obra.

Y por último querría responder a una pregunta que me hice a mi mismo hace tiempo, cuando leyendo a partir del segundo libro me di cuenta de la excesiva sexualidad con la que Auel llenaba las páginas. En una entrevista que le hicieron le preguntaron precisamente por esto, a lo que respondió que evidentemente que había sexo, ¿cómo se imaginaba que habríamos llegado a nacer, si no fuera por el sexo?

Así que, a leer “La tierra de las cuevas pintadas” y a disfrutar de los Placeres.



martes, 14 de junio de 2011

Guerra y paz

En mala hora escogí leer este tocho pensando que, dada la reputación del mismo, sería una novela entretenida. Lo vi en la estantería de la biblioteca y me dije a mi mismo que debía sumergirme en la historia y dar cuenta de este clásico indiscutible de la literatura de todos los tiempos, como describe la contraportada. Su grosor, sumado a un tamaño de letra más pequeño de lo habitual y con una distancia entre los saltos de línea ínfima, me hacían creer que disfrutaría con el reto. Incluso creía que leerlo me iba a hacer mejor persona, a realizarme, a elevarme espiritualmente. Quizá le pedía demasiado.

Pues bien, según mi humilde parecer, no vale la pena que perdáis vuestro valioso tiempo y canséis vuestros bonitos ojos en hacer su lectura. Lo he encontrado pesado, rebuscado e inentendible en grado sumo.


Más de una vez pensaba mientras leía que en vez de Tolstoi debería haberse llamado Tostón, ya que esto es lo que me ha parecido, un tostón de dimensiones exageradas.


No podía entender, y sigo sin poder hacerlo, que hayan puesto en los altares literatos semejante obra, densa y espesa como pocas había tenido el placer (en este caso la displacencia) de leer.



Ya en la primera página los diálogos entre los personajes, inconexos, con expresiones incomprensibles, me pusieron en estado de alerta, pero no quería tirar la toalla tan rápidamente, temeroso de estar haciendo algún tipo de sacrilegio. Y seguía pasando las hojas, conociendo a los actores cuyo pensamiento, también según la contraportada, era profundamente humano.


No me puedo imaginar, por muy aristócrata que se sea, que el discurrir de las ideas e inquietudes que pasan por la mente de esos rusos y que el autor ha trasladado al papel se ciñan a la realidad y a la verdad. Si, según avisa Tolstoi, el héroe indiscutible de la novela es la verdad, creo yo que se ha pasado tres pueblos esteparios. La única verdad que encuentro es la suya propia, calcando la forma de analizar los pensamientos en todos o casi todos los personajes. Y me cuesta imaginar que alguien sea capaz de filosofar tan extensamente y de forma tan dramática como la describe él, atribuyendo de una forma muy sospechosa pensamientos y palabras en boca y mente de varios personajes. En mi opinión, no creo que se dijeran ni pensaran tales cosas, ni que se expresaran del modo en que Lev Tolstoi las escribe.


Supongo que la traducción tampoco ayuda y que quizá sea necesario habitar en esas latitudes para comprender mejor el carácter de gente como los Rostov, los Bolkonski o los Bezukhov, por no escribir de zares y damas de alta alcurnia que acuden a reuniones nocturnas de lo más “chic”.


¡La trama es tan reducida y tan amplia! Desde el relato de las experiencias personales, describiendo el estado del alma con peculiares palabras, distintas situaciones de amor, discusiones familiares, pasando por las vivencias militares, que abarcan toda la magnitud de los ejércitos.


Describe, a su manera, los acontecimientos que sucedieron en las dos primeras décadas del siglo XIX y que afectaron al pueblo ruso, con las guerras que se entablaron contra el ejercito napoleónico como eje principal. Los ejes secundarios son las vivencias de amigos y familiares, conocidos y extraños, en distintos escenarios. Petersburgo y Moscú se llevan el liderato, las mansiones y las villas y los campos de batalla les siguen.


Alterna el relato de personajes con tratados filosóficos que intentan explicar su punto de vista, mayores cuando más se acerca uno al final de sus 1042 páginas. Tanto es así que el último capítulo se centra exclusivamente en aportar su visión sobre la historia y sobre el trato que hacen los historiadores de la misma. Me he negado a leer este último capítulo en su totalidad, algo así como una venganza personal, ojeando solamente algunos párrafos para saber si el autor se dignaba a contar algo mas de los protagonistas, cosa que no hizo. Un final cogido con pinzas, tras todo el relato con el que Lev tortura al lector.


En fin, un libro difícil, del que espero ver algún día su versión cinematográfica, para comparar espesores. Y por masoquismo quizá.




lunes, 30 de mayo de 2011

Jornada de reflexión

Escribo desde mi despacho particular, desde un cierto aislamiento, con el único contacto con la “realidad” proveniente de las noticias que se emiten por las ondas hertzianas y también y, por lo visto, mucho más fiable, por contacto telefónico con quien tiene conexión a internet y está más y mejor informada que muchos medios de comunicación tradicionales.


Es sábado, el día antes de las elecciones municipales más agitadas y convulsas que recuerdo. Unas elecciones que han venido marcadas, al principio, por la incertidumbre de la legalización o no de Bildu y, al final, por el movimiento 15-M ¡Democracia Real ya!


La máscara de la hipocresía de los dos grandes partidos políticos, que en su día hicieron la hábil maniobra de restringir las opciones que los ciudadanos podían votar, cayó y tanto unos como otros tuvieron que aceptar una alternativa que juega según las reglas marcadas. Por mucho que les joda. Me parecía muy injusto que, acatando las imposiciones, a Bildu se le hiciera la vida imposible.


Pero lo que más me alegra es que finalmente parece que ha llegado la hora de la revolución, de lanzar al cielo el anhelado grito de ¡basta ya! que hacía tiempo rondaba por las conciencias de muchos.

La situación se sostenía, creo yo, por pura inercia, por simple y llano conformismo, quizás por el implacable rodamiento del sistema, cuyos engranajes giraban inmunes aunque entre sus dientes se vieran atrapadas miles, millones de personas.


Encuentro curioso que pidamos democracia real cuando pienso en las revueltas en el mundo árabe que exigían democracia a secas. El mundo musulmán debe estar flipando, acaso no había democracia en Occidente, deben preguntarse. Pues no, no había democracia, se suponía que la había, una suposición demócrata, algo que permitía a los cuatro que mandan en el planeta dar órdenes a la clase política para que se hicieran leyes en su beneficio y hacerlo de manera que el rebaño no se diera cuenta. Pero si algo define al ser humano, desde los albores, es su egoísmo desmesurado y ese egoísmo es muy probable que les pase factura a los mandamases apoltronados que dirigen el mundo.


Esta falacia de sistema, esta esclavitud encubierta, este proceder que únicamente consigue la infelicidad de la persona cuando precisamente la felicidad debería ser la meta en esta vida, ha sido lo que ha propiciado esta rebelión. El descontento al ver y al creer (y espero no equivocarme) que otro futuro es posible y que está en manos de los ciudadanos y no de sus dirigentes actuales hacer realidad el sueño.


Hacía tiempo que desde este espacio escribía, exponiendo mi opinión sobre algo que finalmente ha pasado. Hacía falta una revolución, un plantarse y dar un puñetazo en la mesa que hiciera ver a todos los que nos hacen seguir a pies juntillas sus directrices que ya está bien, que ya nos han embaucado lo suficiente y que ya no vamos a tragar más.


Se vive peor que años atrás porque entre unos cuantos se ha decidido que sea así. Pues bien, nosotros decidimos vivir mejor y pobre de aquél que se interponga en nuestra felicidad, porque tendrá que vivir viendo como todas las personas consiguen más bienestar, consiguen que sus derechos dejen de ser una utopía soñada y consiguen dejar de estar engullidos por este sistema cabrón.


Nos falta avanzar en la dirección correcta, hay una realidad que no se puede esconder, necesitamos una fuente de energía que sea totalmente limpia y que la producción de esa energía no sea otro motivo para esclavizar a la humanidad, debemos cambiar nuestros hábitos de consumo y debemos dejar de consentir que se sigan perpetrando asesinatos en nombre del maldito dinero. Ni en ningún otro (nombre).


¿Servirá de algo la actual globalización? ¿Se puede convertir en algo positivo? Comparado con el Mayo del 68 o con la Revolución Francesa, ¿qué ganaremos con las nuevas tecnologías?

No creo que nadie esté en situación de adivinar el futuro. Si bien es cierto que las revoluciones siguen unos patrones comunes, ésta añade un factor determinante que es la red, la posibilidad de comunicarse de un lado a otro del planeta y en un mundo globalizado como en el que vivimos, en el que hasta ahora solo ha servido para hacer al rico más rico y al pobre más pobre, más contaminado y con más ganas de venir al llamado primer mundo, internet puede ser la llave que nos abra las puertas a una nueva era de paz, armonía, elevación espiritual y superación de límites en todos los campos y sentidos.


Me despido acordándome de Bob Dylan porque, en mi opinión, los tiempos están cambiando. Y ya era hora.


¡Ah! Y quien gane las elecciones será lo de menos.