martes, 3 de agosto de 2010

Salir del armario lingüístico

Me pareció tan interesante este artículo que me llegó vía facebook que no pude hacer otra cosa

que llamar a la oficina de elSingulardigital.cat y exponerles mi intención de traducir el artículo y

colgarlo en mi blog. La idea es que se haga difusión de la realidad que se vive día a día en

Catalunya y que no es, ni mucho menos, (en mi opinión) tan catastrofista como algunos se

empecinan, diariamente, en hacer creer a una parte del personal. El que se deja.


Quiero agradecer la cordialidad y amabilidad de Xavier March al darme permiso para realizar la

traducción de su trabajo, siendo muy caprichoso el Destino al hacer que fuera él quien descolgara

el auricular. Y, de paso, aprovecho para felicitarlo por haber hecho difusión con su entrevista del

trabajo que han realizado los psicólogos Ferran Suay y Gemma Sanginés. Y ya puestos con los

agradecimientos, hacerlo extensivo a los autores del libro,ambos miembros de la Societat

Valenciana de Psicología y de Tallers per la Llengua, cuya ardua tarea les ha llevado a condensar

en 172 páginas un libro para que el uso de su propia lengua no suponga, para los catalanes, sufrir

un calvario.


http://www.elsingulardigital.cat/cat/notices/2010/07/_ldquo_parla_en_catala_fins_que_l_rsquo_altra_persona_et_digui_explicitament_que_no_t_rsquo_enten_55144.php

Entrevista a Ferran Suay y a Gemma Sanginés, autores de “Sortir de l'armari lingüístic”(Salir del armario lingüístico)

por Xavier March

Habla en catalán hasta que la otra persona te diga explícitamente que no te entiende”

Un grupo de cinco personas mantienen una conversación en catalán. De repente se añade un nuevo miembro castellanohablante y todos cambian de idioma automáticamente.



Según Ferran Suay y Gemma Sanginés, autores de “Sortir de l'armari lingüístic” (Ed. Angle), detrás de este comportamiento hay una explicación psicológica. Partiendo de este punto, Suay y Sanginés elaboran una "guía práctica" para evitar el "estrés" que puede generar hablar en una lengua minorada.

Por primera vez se aborda el conflicto lingüístico desde la vertiente psicológica.

Hablar es una conducta y los psicólogos analizamos conductas. Los grupos sociales están configurados por personas. Y éstas, en un momento determinado, escogen una lengua u otra.¿Por qué lo hacen? ¿Cómo lo hacen? Como lo pueden cambiar? En estas cuestiones interviene decididamente la psicología.

Hasta ahora los estudios provenían de la lingüística o la sociología.

Tradicionalmente se ha hecho mucho énfasis en el aspecto de la conciencia lingüística. Se ha dado por hecho que aquel que tiene conciencia lingüística tiene una conducta coherente con esta. Pero esto no suele ocurrir. Una persona puede tener una gran conciencia lingüística y cambiar al español en la mayoría de sus situaciones cotidianas.

¿El catalanohablante necesita una guía para utilizar su lengua como es debido?

Cualquier lengua minoritaria lo necesita, no es una cuestión exclusiva del catalán. A menudo nos dicen que es una lástima que necesitemos libros como éste. Sí, quizás es una lástima, pero realmente lo necesitamos. Los hablantes de lenguas normalizadas, con países normales y situaciones políticas normales no necesitan nada de todo esto, claro, pero no es nuestro caso.

A diferencia de otros territorios, ¿el catalanohablante debe sobreponerse a un rechazo del castellanohablante?

El gobierno español es hostil a la lengua. Boicotea, por ejemplo, los intentos de llevar el catalán a Europa. Esto tiene una filtración a los hablantes. Ese prototipo de castellanohablante que se siente agredido cuando se le habla catalán y quiere imponer su lengua a diestro y siniestro tiene apoyo en las instancias superiores, tiene el ejército a su favor.

Entonces, ¿es más bien un aspecto político que histórico?

Todo suma, pero al final el bagaje histórico se traduce en unas relaciones de poder, y las actuales dicen que el español es una lengua de primera y el catalán una lengua de segunda. Nosotros no hablamos de historia ni política, pero sí analizamos como entran todos estos aspectos en el cerebro de las personas y cómo les genera timidez lingüística

¿Timidez lingüística?

Una persona tímida es aquella que, a pesar de conocer sus derechos, no se atreve a hacerlos valer. Es lo que sufren muchos catalanohablantes. Dudan de si deben hablar en catalán o no, de si tienen que hablarlo con un estándar culto o más llano, de si tienen que pedir perdón cuando el otro no habla catalán.

Y si hacemos un diagnóstico general, ¿cuáles son las principales consecuencias que sufre el catalanoparlante?

A nivel cognitivo se dan una serie de dudas que provocan la sensación constante de que los demás son más importantes que nosotros. Pero a nivel fisiológico también se generan reacciones. Aumenta la frecuencia cardíaca, el malestar, la tensión muscular. A nivel de conducta, el catalanohablante puede tener un comportamiento muy incoherente, puede enfadarse sin una razón aparente, por ejemplo. En definitiva, se crea malestar y estrés.

¿Hablar catalán es, pues, estresante?

Puede serlo. El catalán es un factor que incrementa la probabilidad de sentirse desbordado. Estar estresado es no tener suficientes recursos para hacer frente a las situaciones que te vienen encima. Hablar catalán significa hablar una lengua que está minorada. ¿Y quien está realmente minorado? La lengua no, ésta sólo es una abstracción. Los que están minorados son los hablantes y ser minorado por la sociedad es un factor de estrés.

Aspectos que no sufren los castellanohablantes a pesar de estar en Catalunya.

Una persona que decide vivir en español en Catalunya, vivirá una o, como mucho, dos situaciones de conflicto lingüístico. En cambio, alguien que decide vivir en catalán en Catalunya se encuentra situaciones incómodas o de cuestionamiento casi a diario. Si no adquiere recursos para afrontar estas situaciones, éstas se convertirán en estrés. Y éste se va acumulando.

Una situación anómala producida por una situación política ...

También anómala. La nuestra es una lengua subordinada porque somos un pueblo subordinado. Son otros los que mandan y los que imponen la lengua y esto tiene unas consecuencias sobre el hablante individual que tenemos que aprender a afrontar si queremos ser. Cuando un país alcanza la mayoría de edad, la independencia, puede decidir qué es lo que más le conviene, pero este no es, hoy por hoy, nuestro caso.

Mientras en ámbitos como la educación o la administración el catalán ha caminado hacia la normalización, la realidad en la calle es muy diferente. ¿Detrás de este hecho podemos encontrar una explicación psicológica?

No queremos caer en el error de decir que la clave es la perspectiva psicológica. Siempre hay una explicación política, sociológica e histórica. La culpa no es de las personas, este comportamiento no está en nuestros genes. La manera más eficaz de cambiar todo esto es hacerlo de arriba abajo. Con una buena política lingüística y una política nacional coherente, a todo esto se le puede dar la vuelta.

¿Hasta ahora esta política lingüística no ha sido la adecuada?

No diría que las políticas lingüísticas han fracasado. La Generalitat ha hecho varias campañas, siempre constreñidas por las posibilidades reales de actuar de un país subordinado. No mandamos nosotros y no se puede hacer una buena política lingüística si no se puede hacer, de entrada, política propia.

Sin embargo. nuestros políticos ¿tal vez deberían haber tenido más mano dura en el aspecto lingüístico?

Nuestros políticos están atados de pies y manos. Otras lenguas han partido de posiciones peores que la nuestra y actualmente están totalmente normalizadas. El caso de Estonia, por ejemplo. Puedes ser independiente y perder la lengua, pero necesitas ser independiente para conservarla.

Para defender nuestros derechos lingüísticos hace falta cierto espíritu reivindicativo. ¿Creen que los catalanes luchamos bastante por nuestra lengua?

Cataluña es un país muy saludable a nivel asociativo. Pero los mismos que configuran este tejido social, en muchas ocasiones, no llevan sus reivindicaciones al uso cotidiano. Muchas veces, en conceptos lingüísticos, no somos coherentes entre lo que pensamos y lo que hacemos. Así, acabamos yendo a un bar, y pidiendo un "cortado".

Pero esta es una lucha cotidiana que puede llegar a ser muy pesada.

Si haces que luchar por el catalán sea algo antipático y que genera conflicto haces que la gente abandone el barco. Tenemos que luchar y presentar esta lucha como algo atractivo y amable. El objetivo es mantener la lengua y sentirse cómodo utilizándola.

¿Por ejemplo?

Con la inmigración. La actitud de un inmigrante depende mucho más de la sociedad receptora que de la emisora. Si encuentras una realidad consistente allá donde vas, te adaptarás rápidamente. Si no la encuentras, muy posiblemente no lo harás. Los recién llegados lo harán todo para poder vivir aquí, pero si nosotros no les transmitimos qué deben hacer o qué deben hablar, ellos no lo harán.

¿Nuestro comportamiento lingüístico con el inmigrante no es el adecuado?

Cuando nos dirigimos a ellos les hablamos normalmente en español y cuando alguno de ellos nos habla en catalán nos hace cierta gracia. Está bien valorar aquel inmigrante que aprende el catalán, pero elogiarlo en exceso puede llegar a incomodarlo.

Todos estos automatismos no son fáciles de cambiar.

No, pero podemos hacerlo. Hay que empezar por tomar conciencia, darte cuenta que es un mal

hábito y que hay que cambiarlo. Empezar por lo más fácil y seguir avanzando hacia los retos más

difíciles.


Y a medida que vamos mejorando en este sentido, ¿cuál debe ser nuestra actitud cuando

alguien se nos dirige en español?


Intentar emular normalidad. Mantener la l
engua, no asumir ningún prejuicio tipo 'no me entenderá' y utilizar los recursos que utilizarías normalmente para comunicarte. No se trata de no hablar nunca en español, simplemente de mantener el catalán hasta donde podamos. Mi recomendación sería hablar en catalán hasta que la otra persona te diga explícitamente que no te entiende.