viernes, 22 de marzo de 2013

Te lo digo a la cara...chi-prio-ta

Muchas cosas han pasado en este mes de inactividad. Cosas que han despertado mi interés y mis ganas de escribir, pero que han pasado de largo y se han incorporado a la historia. La que más me impactó fue la decisión de Benedicto equisuvepalito, de dejar el cargo de Sumo Pontífice porque las fuerzas lo habían abandonado. Este motivo, a mi humilde entender, era una clara demostración de que el mayor cargo de la Iglesia entraba en una contradicción sin precedentes. ¿Cómo se puede abandonar un puesto así, el cual está dictaminado por su Dios, con semejante excusa? ¿No es acaso Dios tan sumamente poderoso como para llenar de fuerzas a un vejestorio para que siga balbuceando sermones y paseando su blanca túnica de aquí para allá? Si Dios no te llena de fuerzas a ti que eres Papa... mal vamos.

Para uno que dimite. No como en este país, que ni estando imputado, o sea, siendo sospechoso de delito, nadie abandona su silla.

Lo del Santo Padre no consiguió hacerme sentar delante del teclado. Lo del robo a las cuentas de ahorros chipriotas, si.
Vaya usted a saber porqué, cuando Chipre para mí no es más que una pequeña isla que me suena más por "La Ruta del Tesoro" (juego parecido al Monopoly) y porque uno tiene ciertas inquietudes y descubrió hace un tiempo que en Chipre hay una estación de esquí. Pero sí, el interés por Chipre tiene un motivo y sí, es el intento de robo por parte de la troika de una parte de los ahorros que en sus bancos tienen ingresados, tanto los chipriotas como gente de otras nacionalidades que, por lo visto, usaban los bancos de Chipre para blanquear capitales de dudosa procedencia. Pagando justos por pecadores.
Había muchas maneras de hacer las cosas, pero el triunvirato implacable formado por la Comisíón Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional decidió, la madrugada del viernes al sábado, volver a jugar a ser dioses y echar una partida a su Monopoly particular, a ver qué pasaba. Mejor hubieran hecho en salir de fiesta, les podría haber recomendado un par de sitios donde ir a menear el esqueleto en vez de dar dolores de cabeza al personal con sus descabelladas ideas.
Dejando a un lado lo que yo les haría a los dirigentes de estas tres instituciones (y a muchos más, pero, de momento, a estos), el trío calavera ha provocado que desde el fin de semana no se hable prácticamente de otra cosa y que los bancos chipriotas estén cerrados, impidiendo que se pueda sacar el dinero allí ingresado.
Sala i Martín ponía de manifiesto una teoría, no suya, maligna según él, que postulaba que esto que había sucedido era un plan minuciosamente trazado por parte de Merkel & Cía. para castigar los excesos y conseguir que cada vez más la gente solamente vea fiables los bancos alemanes. Piensa mal y acertarás.
Yo tengo un par: o los propios encargados de mantener el sistema están haciendo lo posible para reconducir a este hacia uno más extremo o el propio sistema no sabe hacia donde va y se está suicidando poco a poco.
Algunos se aventuran a decir que ha sido un experimento para ver el comportamiento de la población.
Sea como sea, el caso es que ya nada es seguro. Ni el ahorro ni el despilfarro tienen premio.
Europa ha querido y tenido a Chipre bajo su regazo, aún siendo un paraíso fiscal y saberse de sus excentricidades bancarias mientras le ha interesado. Igual que hizo con Grecia.
Ahora, en una, de momento, incomprensible decisión, exigen un derecho de pernada sobre las cuentas de los ahorradores cuando las grandes fortunas ya saben cómo hacerlo para seguir engrosando las suyas sin que nadie las viole.
Una vez más, la canciller alemana vuelve a meter el miedo en el cuerpo a la clase media, haciendo buena a Margaret Tatcher.
Esta vez les ha tocado el turno a ellos. Es muy probable que mañana o pasado, a juzgar por la negativa del gobierno español, nos toque a nosotros.

A mí, personalmente, me importa muy poco. Hace tiempo que me pulí mis ahorros y en el banco resta una cantidad simbólica para no quedar en números rojos. Pero mucha gente está acongojada.

Crecí con la idea inculcada que uno no puede gastar más de lo que ingresa y que, si querías algo, debías ahorrar para poder comprarlo. Así con todo. Hasta pasados los treinta no fui al banco a pedir un crédito. He tardado en darme cuenta que el sistema funciona de forma distinta. Llego tarde, ahora que han cerrado el grifo.
Debes, es tu obligación, gastar más de lo que tienes, solicitar préstamos a diestro y siniestro y vivir siempre con el agua al cuello, incluso si puedes ahogarte un poquito está más bien visto que si intentas mantenerte a flote, aunque sea a costa de dejarte los pulmones hinchando tu flotador.

En mi sabida opinión, debería darse un giro a toda esta locura. Debería hacerse un alto, meditar un ratito y tomar el rumbo de la humanificación. No queda otra salida que humanizar el sistema en vez de quitarle todo rastro de vida como se está intentando, con demasiado éxito por cierto. El sistema se nutre de las personas, de una gran clase media que el propio sistema está destruyendo, a ellas se debe.
Debería darse cuenta, de una puta vez.