lunes, 6 de septiembre de 2010

La reina en el palacio de las corrientes de aire

He cerrado el libro sabiendo que no iba a saber nada más acerca de Lisbeth Salander ni del Kalle Blomkvist de los Cojones. Quizá se termine editando el cuarto tomo cuando cesen las disputas entre los allegados de Larsson pero hasta que ese momento no llegue, nos tendremos que conformar con lo que hay, que no es poco.

Me gustaría apuntar que hubiera preferido que tradujeran de forma literal los títulos y no intentar buscar metáforas retorcidas para darles nombre a estas obras de arte.


No me ha costado demasiado leer la tercera parte de la trilogía Millennium de Stieg Larsson. No me ha costado en cuanto a tiempo se refiere, ya que la multitud de nombres ha supuesto un verdadero quebradero de cabeza. No hubiera estado de más sumar a las 847 páginas un anexo con todos los nombres y el papel que desempeñan en la historia, problema que también ocurre en los otros dos anteriores, aunque en este último ha sido más acusado. Si alguien lo desea puede consultar en Wikipedia donde encontrará una larga lista con los personajes principales. Asimismo, recomiendo leer el artículo de Gabriela Wiener publicado en El País titulado “La cara de los dos millones de copias”, donde hallareis una anécdota curiosa sobre los dibujos que ilustran las portadas de los libros.


Un final abierto, que se deja a la imaginación del lector para que pueda soñar con múltiples soluciones. Emocionante de principio a fin, sólo ha tenido algunas páginas anodinas, demasiado recargadas de información irrelevante para el caso pero que contribuye a la confusión y al grosor del tocho.


Me ha gustado comprobar que los aparentemente pobres conocimientos de gastronomía del autor se habían ampliado a algo más que carne con salsa de vino tinto. Lo que dudo es que se pudieran ampliar los límites de la imaginación del autor, algo que, con su fallecimiento en 2004 de un ataque al corazón, nunca descubriremos jamás.

Como reza su biografía, la formación periodística de Larsson iba ligada a una reconocida ética anti violencia, cosa que se refleja en sus libros; creo que hace falta un talento innato para convertir una historia como la que imaginó Stieg Larsson en una obra que enganche, como si de droga dura se tratase, de la forma en que lo hizo la trilogía Millennium.

Debe ser esa la diferencia entre un buen escritor y un escritor. Tener el talento, la capacidad y el ingenio de transformar una fábula creada por el intelecto en páginas y páginas de relatos intrigantes, amorosos, aventureros...no es moco de pavo. Se trata de un trabajo que, en mi opinión, pocos parecen valorar. Aunque también despierta en mí un sentimiento de frustración, al no verme capaz de escribir nada que merezca tales calificativos ni de lejos. Pero ese, es mi problema.


En definitiva, me ha gustado mucho la forma de escribir de Larsson y repito que es una pena no poder seguir sus aventuras. Si alguien se entera de algún digno sucesor suyo, le ruego que me avise, cosa que agradeceré. Feliz lectura.

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