miércoles, 12 de octubre de 2011

Empeñado en encontrar la manera

No sé si sabréis que hacía tiempo que quería leer sobre Karl Marx. Acudí a la biblioteca y una de sus empleadas me aconsejó empezar con “Guía para entender a Marx” de Edward Reiss. Debo agradecerle que lo hiciera ya que su lectura me ha servido de mucho. Justo después de cerrarlo empecé con “El fin del trabajo” de Jeremy Rifkin, un libro escrito en el año 1994, que predecía, con más o menos acierto, algunas de las situaciones que estamos viviendo en la actualidad. Éste, a pesar de estar escrito hace más de quince años y estar muy centrado en la problemática americana, sugiere varios temas y aporta soluciones de las que yo he extraído mis propias conclusiones.


Este artículo puede que sea una repetición de algunos escritos anteriores, pero con la diferencia de que, por fin, he podido leer a alguien (más culto y entendido que yo) que profetiza algo tan simple como que el ser humano debe dejar de estar sujeto a la esclavitud de un trabajo. Más que deber lo va a tener que hacer por obligación, pero eso ya se verá más adelante.


El fin del trabajo” cuenta de forma muy clara y con un lenguaje bastante entendedor la problemática con la que se ha encontrado la clase trabajadora desde los albores de la era industrial.

Cuando se creó la máquina de vapor se inició una nueva etapa en la historia de la Humanidad. Una etapa caracterizada por el uso cada vez mayor de herramientas mecanizadas que han superado en potencia y, por lo tanto, en capacidad de producción, a las personas. Con un rendimiento superior, los avances tecnológicos han permitido la implantación de máquinas en detrimento de los puestos de trabajo que ocupaban los hombres y mujeres en todos los ámbitos.


Por este motivo me indigné (esta palabra tan de moda últimamente) cuando escuché a Rubalcaba prometer el crecimiento del empleo en un mitin, para acto seguido ver que Rajoy hacía exactamente lo mismo en otro. Nadie hablaba de que el trabajo como tal va a ser algo que será prácticamente erradicado y que lo necesario, en mi opinión, es buscar alternativas para que, de una vez por todas, las personas pasen de ser esclavas de un trabajo que normalmente no desean, ni les gusta, ni se sienten mínimamente realizadas haciéndolo, a una sociedad que haga un uso cada vez mayor de su tiempo libre.


Una persona me ha dicho, al exponerle lo anterior, que lo que hacen falta son líderes, alguien que plantee una teoría, que lo haga desde las universidades, que todas las revoluciones han surgido de la misma forma. Se preguntaba el porqué no había más revoluciones, porqué la gente no salía a la calle y se plantaba. Mi respuesta ha sido que el hastío y la desilusión se habían apoderado del pueblo. No puedo imaginar otros motivos por los que el ser humano se haya rendido. Coincido con esta persona en que es necesario unos líderes que encabecen la subversión y no pase como hasta ahora, en que el único movimiento que levanta la voz, el 15-M, no tiene unas cabezas visibles, unos referentes a quienes seguir. Tampoco los grandes medios de comunicación parecen tener demasiado interés en dar a conocer nombres ilustres y personajes de quienes fiarnos. Por desgracia siguen habiendo más personas interesadas en saber como ha ido la boda de la Duquesa de Alba o en la última parida de la Esteban que de una posible salida de esta situación. Así nos va al resto.


Debo escribir (¿porqué esconderme?) que mientras leía y tomaba apuntes sobre los dos libros que citaba al principio, me imaginaba redactando una teoría que fuera lo suficientemente válida como para que fuera seguida. Tampoco hace falta que sea una teoría definitiva, algo que haya que obedecer a pies juntillas. Al fin y al cabo, simplemente han sido una serie de anotaciones, de pensamientos escritos que desarrollaba a medida que iba pasando páginas y entendiendo algunos cómos y porqués. Quizá haya quien piense que son demagogias o que es algo tan evidente que no valía la pena escribirlo y mucho menos perder el tiempo en leerlo, pero eso ya es opinión de cada cual.


De estos cómos y porqués he deducido que:


Los sistemas capitalista y consumista actuales, unidos a los avances tecnológicos, son sus propios destructores.


Los avances tecnológicos crean puestos de trabajo pero siempre menores a los que destruyeron esos avances. La reconversión de unos sectores a otros también destruye puestos de trabajo.


Debería haber sido obligación del sistema capitalista velar por el bienestar de las personas trabajadoras. En lugar de eso [el sistema] ha permitido el abuso reiterado en beneficio de las empresas y los mercados.


Las empresas que luchan y se desviven por incrementar sus beneficios a costa de la eliminación de puestos de trabajo deben hacerse cargo de las personas a las que desemplean con un reintegro equivalente al sueldo que ganaban trabajando, a costa de los beneficios que obtenga la empresa.


Los mercados y las especulaciones constantes deben ser penalizadas con impuestos, de manera que las repercusiones negativas que esas acciones puedan tener (generación de pérdidas a terceros (por ejemplo, las oscilaciones en el precio del grano que provocan que las cosechas sean ruinosas para el campesino), destrucción del medio ambiente, eliminación de empresas y puestos de trabajo, empleo de mano de obra sin sus debidos derechos laborales, etc.) se vean recompensadas por esos fondos.


No se incrementan los puestos de trabajo; al contrario, con cada avance tecnológico el número de personas despedidas irá a más.

La eliminación de puestos de trabajo debe ser inversamente proporcional al incremento de la felicidad en la llamada clase trabajadora.

Ésta, poco a poco, deberá dejar de creer en que tener un trabajo es vital ya que podrá dedicar su tiempo libre a aquello que considere necesario para su crecimiento y desarrollo, tanto en conjunto como a nivel individual.

Hay que dejar de creer que se es una persona inútil si no se tiene un empleo.

El potencial de una persona debe dejar de ser medido por su fuerza de trabajo sino por su aportación a la sociedad. De este modo [la persona] no estará obligada a vender su fuerza de trabajo por un sueldo.


El trabajo de los publicistas deberá cambiar y pasar de ser una creación constante de necesidades de consumo a otro de creación de necesidades de evolución personal y de ayuda al prójimo.


Me pregunto qué lleva a los ricos a generar pobreza porque su riqueza no puede generarse indefinidamente; los pobres no pueden generar riqueza.


La creación de puestos de empleo tiene que ser reconvertida hacia la creación de posiciones, de escalafones que permitan a cada ser humano desarrollar sus capacidades e inquietudes de forma libre, en el marco de una sociedad justa y comprensiva con las aptitudes de todos sus miembros.


De querer perpetuar el sistema actual, las clases inferiores van a terminar por hacer uso de la violencia, devolviendo el trato que han sufrido en forma de precariedad y abusos en el trabajo, recortes sociales e impunidad de los culpables de esta situación. De no seguir un camino de paz, el futuro puede que sea reprimido de una forma sin precedentes y controlado por fuerzas policiales. Posiblemente estas fuerzas policiales sean financiadas por empresas; el Estado como tal ya no tendrá ninguna importancia.


Las ideas radicales de cambio no tienen cabida en los medios de comunicación, impidiendo ver el amplio abanico de posibilidades que se le ofertan al ser humano.

Puestos a imaginar radicalidades, el dinero debería dejar de existir. Cada persona debería obtener unos puntos que le permitieran adquirir bienes. La obtención de puntos sería la resultante de lo que esa persona aportara a la sociedad. (Esta idea no es mía y admito que habría que “trabajarla”)


Para ir terminando con esta exposición, pienso que la llamada “generación ni-ni” puede que no sea tan mala. Lo es en cuanto a escasez de valores, pero el acomodamiento sistemático de estos jóvenes puede propiciar la transición de un sistema en el que el trabajo era una parte fundamental para la persona a otro sistema en que el ocio y el tiempo libre sea algo inherente a cada individuo.


De momento he llegado hasta aquí. Sé que no siguen un orden, que son ideas dispares. Espero ampliar estos puntos tanto como sea posible, hasta conformar una teoría que podría ser puesta en práctica. Por este motivo me gustaría ponerlos a debate, conocer su viabilidad. Tenemos que encontrar la manera de salir de ésta.

Seguiré soñando y confiando en el ser humano y en su capacidad para crear un sistema que le permita vivir mejor.








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