lunes, 30 de mayo de 2011

Jornada de reflexión

Escribo desde mi despacho particular, desde un cierto aislamiento, con el único contacto con la “realidad” proveniente de las noticias que se emiten por las ondas hertzianas y también y, por lo visto, mucho más fiable, por contacto telefónico con quien tiene conexión a internet y está más y mejor informada que muchos medios de comunicación tradicionales.


Es sábado, el día antes de las elecciones municipales más agitadas y convulsas que recuerdo. Unas elecciones que han venido marcadas, al principio, por la incertidumbre de la legalización o no de Bildu y, al final, por el movimiento 15-M ¡Democracia Real ya!


La máscara de la hipocresía de los dos grandes partidos políticos, que en su día hicieron la hábil maniobra de restringir las opciones que los ciudadanos podían votar, cayó y tanto unos como otros tuvieron que aceptar una alternativa que juega según las reglas marcadas. Por mucho que les joda. Me parecía muy injusto que, acatando las imposiciones, a Bildu se le hiciera la vida imposible.


Pero lo que más me alegra es que finalmente parece que ha llegado la hora de la revolución, de lanzar al cielo el anhelado grito de ¡basta ya! que hacía tiempo rondaba por las conciencias de muchos.

La situación se sostenía, creo yo, por pura inercia, por simple y llano conformismo, quizás por el implacable rodamiento del sistema, cuyos engranajes giraban inmunes aunque entre sus dientes se vieran atrapadas miles, millones de personas.


Encuentro curioso que pidamos democracia real cuando pienso en las revueltas en el mundo árabe que exigían democracia a secas. El mundo musulmán debe estar flipando, acaso no había democracia en Occidente, deben preguntarse. Pues no, no había democracia, se suponía que la había, una suposición demócrata, algo que permitía a los cuatro que mandan en el planeta dar órdenes a la clase política para que se hicieran leyes en su beneficio y hacerlo de manera que el rebaño no se diera cuenta. Pero si algo define al ser humano, desde los albores, es su egoísmo desmesurado y ese egoísmo es muy probable que les pase factura a los mandamases apoltronados que dirigen el mundo.


Esta falacia de sistema, esta esclavitud encubierta, este proceder que únicamente consigue la infelicidad de la persona cuando precisamente la felicidad debería ser la meta en esta vida, ha sido lo que ha propiciado esta rebelión. El descontento al ver y al creer (y espero no equivocarme) que otro futuro es posible y que está en manos de los ciudadanos y no de sus dirigentes actuales hacer realidad el sueño.


Hacía tiempo que desde este espacio escribía, exponiendo mi opinión sobre algo que finalmente ha pasado. Hacía falta una revolución, un plantarse y dar un puñetazo en la mesa que hiciera ver a todos los que nos hacen seguir a pies juntillas sus directrices que ya está bien, que ya nos han embaucado lo suficiente y que ya no vamos a tragar más.


Se vive peor que años atrás porque entre unos cuantos se ha decidido que sea así. Pues bien, nosotros decidimos vivir mejor y pobre de aquél que se interponga en nuestra felicidad, porque tendrá que vivir viendo como todas las personas consiguen más bienestar, consiguen que sus derechos dejen de ser una utopía soñada y consiguen dejar de estar engullidos por este sistema cabrón.


Nos falta avanzar en la dirección correcta, hay una realidad que no se puede esconder, necesitamos una fuente de energía que sea totalmente limpia y que la producción de esa energía no sea otro motivo para esclavizar a la humanidad, debemos cambiar nuestros hábitos de consumo y debemos dejar de consentir que se sigan perpetrando asesinatos en nombre del maldito dinero. Ni en ningún otro (nombre).


¿Servirá de algo la actual globalización? ¿Se puede convertir en algo positivo? Comparado con el Mayo del 68 o con la Revolución Francesa, ¿qué ganaremos con las nuevas tecnologías?

No creo que nadie esté en situación de adivinar el futuro. Si bien es cierto que las revoluciones siguen unos patrones comunes, ésta añade un factor determinante que es la red, la posibilidad de comunicarse de un lado a otro del planeta y en un mundo globalizado como en el que vivimos, en el que hasta ahora solo ha servido para hacer al rico más rico y al pobre más pobre, más contaminado y con más ganas de venir al llamado primer mundo, internet puede ser la llave que nos abra las puertas a una nueva era de paz, armonía, elevación espiritual y superación de límites en todos los campos y sentidos.


Me despido acordándome de Bob Dylan porque, en mi opinión, los tiempos están cambiando. Y ya era hora.


¡Ah! Y quien gane las elecciones será lo de menos.



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