lunes, 16 de mayo de 2011

El pont dels jueus, de Martí Gironell

Esta tarde, la tarde de un miércoles de tormenta, he terminado de leer "El pont dels jueus" de Martí Gironell. A falta de no poder devorar su última creación “L'arqueóleg”, escogí este para ir abriendo boca y doy fe de que ha conseguido engancharme. Estoy a la espera de poder introducirme en las profundidades de las pirámides con él.


La novela es muy descriptiva en varios aspectos, en el arquitectónico, en el de las costumbres judías, en el de los remedios a base de hierbas y otros preparados, en el de la construcción de arcos y flechas. Solo he echado en falta algún apunte a pie de página para definir ciertas palabras técnicas, no pudiendo echar mano de un diccionario que aconsejo tener cerca.


Las últimas páginas del libro las leía ávido de preguntarle al autor por tal o cual cuestión, pero no ha hecho falta. Al final del libro Martí Gironell agradece a cuantas personas le han ayudado en su redacción y elaboración y también aclara qué hay de verdadero y qué hay de invención en su novela. La mezcla de realidad y ficción, juntando una labor de estudio sobre el pasado de su querido pueblo con una capacidad sorprendente para introducir hechos y datos de otras épocas hacen de “El pont dels jueus” un libro que vale la pena leer. Un libro fácil, ameno, de muy recomendable lectura para aquellas personas a las que les gusta trasladarse en el tiempo y sumergirse por unas horas en las aguas de la historia. Unas aguas que se arremolinan, mezclando la pureza de la realidad con una turbia ficción. Una inmersión de unas pocas horas solamente ya que sus poco más de doscientas sesenta páginas se leen en un par de tardes, seguramente las mismas que debió tardar el maestro de obras Pere Baró, a quien le encargan la supervisión y el asesoramiento de las tareas de construcción del puente de Besalú, construido doscientos años atrás por uno de los protagonistas del libro.


En realidad el tal Pere Baró únicamente aparece al principio y al final de la historia cuando, recién llegado a Besalú, se interesa por toda la documentación existente sobre la construcción del puente, centrándose y cayendo rendido (igual como me ha pasado a mí) ante la historia escrita por el hijo del primer constructor.


El papel principal de la novela recae en Prim Llombard y en su hijo Ítram.

El padre recibe el encargo (igual como lo hará Pere un par de siglos más tarde) de construir un puente que salve las aguas del río Fluvià y que sirva, además, de punto estratégico para la defensa de la capital del condado de Besalú. La trama se complica debido a los intereses de varios personajes, nobles y eclesiásticos, salpicando las páginas de intrigas y traiciones.

También hay sitio para el descubrimiento del amor y de las costumbres judías, para la aventura y para la magia.


Martí traslada al lector a su pueblo, mil años atrás. Lo hace entrar en las tabernas, subirse a los arboles para ver justas de caballeros, callejear por el laberíntico barrio judío, sudar picando piedra en la cantera o lo hace espectador de excepción de conversaciones privadas, de conspiraciones telúricas o de arrebatos pasionales, ya estén bien o mal vistos.


Espero que os pique la curiosidad.







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