lunes, 16 de mayo de 2011

¡Que le quiten el Nobel! o ¡No en mi nombre!

Hace pocos días saltaba a la palestra la noticia del asesinato de un asesino. Osama, que no Obama como muchos han confundido, caía abatido por los disparos de un grupo de asalto estadounidense. A estas horas supongo que ya lo sabrás, porque inmediatamente todos los medios de comunicación empezaron a hablar de ello; las tertulias se monotematizaron y las llamadas y opiniones de expertos y no tan expertos se sucedieron. Incluso se cambió la portada del periódico “La Vanguardia”, cuya salida al mercado quiosquero en el idioma catalán tenía prevista una ilustración de Tapies que fue rápidamente sustituida. También hubo algún columnista que, adelantándose a los acontecimientos, ya había hecho su escrito de bienvenida y el editor no cayó en la cuenta.

¡Pero si casi se dejó de hablar de fútbol! Bueno, del Barça y del Madrid y todo lo que ello conlleva. El deporte quedaba más bien en segundo plano.


A medida que iban pasando los días se iban descubriendo los pormenores de otra de las actuaciones ilegales del gobierno yanqui, demostrando una vez más que tiene el poder de hacer y deshacer todo cuanto le venga en gana, realizando una maniobra militar en un país extranjero que de buen seguro servirá como guión para una película, americana of course. Lástima que ya sabremos el final, un cadáver haciendo malvas en el fondo del mar matarilerilerile.


Pakistán escondía al famoso talibán. Cuantos sabían de su paradero es una incógnita. Lo que ya no es una incógnita es la falsedad del que en su día fue elegido como premio Nobel de la Paz. Propongo que le quiten tal galardón ya que no puedo entender que alguien que actúa rigiéndose por la ley del ojo por ojo sea condecorado con él. El presidente del país mayor fabricante de armas, que vende sus productos a regímenes totalitarios que vulneran los derechos humanos sin pestañear, el ahora presidente que en su día anunció que si hacía falta entraría en Pakistán para asesinar a Bin Laden, en un acto que no sé si considerar premonitorio o premeditado.

El mismo que felicita al escuadrón por su buen trabajo; les podría haber dicho lo que Jordi Pujol de que el trabajo bien hecho no tiene fronteras.


Y les da las gracias en nombre de toda la humanidad.

Pues no señor Obama, no en mi nombre. Le ruego que no felicite y no se vanaglorie de haber perpetrado un acto criminal. Bin Laden era un asesino, lo que podríamos llamar como una mala persona (o una persona con maldad ya que sus seguidores lo consideraran como un buen musulmán) elevado ahora a la categoría de mártir por obra y gracia de los USA, los mismos que le dieron trabajo años atrás en su agencia central de inteligencia.


Lo único que se ha conseguido, en mi opinión, es encabronar un poco más a sus fanáticos seguidores, a que esa franquícia llamada Al-Qaeda tenga otro motivo para seguir perpetrando atentados. Prosigue la ley del Talión; ojo por ojo y el mundo quedará ciego, aunque ya lo hayan dicho y escrito otros antes que yo.


¿Hasta cuándo este ciclo de matanzas sin sentido? No creo que nadie tenga la respuesta. Aplaudiría al o a la clarividente que nos pudiera desvelar este futuro.


Ha habido más cosas sobre las que escribir, pero no me parece bien mezclarlas hoy. Os adelanto que he terminado de leer el libro “El món groc” de Albert Espinosa del que voy a hacer una crítica en breve.

Hasta pronto.







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