lunes, 8 de abril de 2013

Pasado, presente y futuro. En este orden

Fue la frase que me vino a la cabeza mirando la imagen del podio de la categoría Motogp.

El glorioso pasado, encarnado en un Valentino Rossi que volvía a sonreír y a dar espectáculo.
El presente, en el cajón más alto, personificado en la figura de un Jorge Lorenzo maduro, adulto, sabedor de lo que se trae entre manos y entre piernas.
Y, representando el futuro, el estandarte de lo que serán los años venideros, un eufórico Marc Màrquez que está llamado a arrasar con los récords de sus predecesores en el tiempo.

Las carreras vividas ayer fueron un buen pistoletazo de salida para el Campeonato del Mundo de Velocidad del 2013. No fue un inicio perfecto. Nunca lo será. El elenco de pilotos españoles, amplio ya de por sí, se vio incrementado este año. Y con tanto piloto favorito se hace difícil que la quiniela personal que cada uno pueda hacer para cada carrera dé el pleno al quince, nueve en nuestro caso. Podremos ver a nueve pilotos españoles copando los nueve cajones disponibles, pero es muy probable que nunca sea nuestro nueve soñado. Aunque poco importa. Estarán ahí.

Empecemos por el principio. Y por el principio me refiero al principio, los entrenos.
Parece mentira que habiendo construido un circuito en pleno desierto la lluvia haga acto de presencia pero así fue. Por segunda vez consecutiva se presentó el agua sin que nadie la invitara a la fiesta aunque esta vez no hubo que lamentar daños mayores. El invitado que no se fue ni con agua caliente fue la arena, algo lógico si pensamos en la extravagante situación que los jeques designaron para la pista de Losail. Impresionaba ver la estela que levantaban las ruedas cuando los pilotos se salían de la trazada limpia.
Una propuesta descabellada, aunque no por ello improbable, sería la de cubrir el perímetro impidiendo así la entrada de polvo y arena proveniente del propio desierto y de las obras del cercano estadio de fútbol que acogerá la Copa Mundial de Fútbol del año 2022, con lo que tenemos arena para rato. Capaces fueron los árabes de hacer llegar casi seis millones de vatios de luz para iluminar el asfalto, ¿porqué no van a poder idear una cubierta para neutralizar tan molestas partículas? Con un iglú del Decathlon a lo bestia y unos ventiladores como los de los túneles les monto yo el primer circuito cubierto del mundo mundial capaz de acoger una prueba de Motogp. Cosas más increíbles hemos visto, vemos y veremos en un futuro. Y si no, al tiempo.

Divagaciones a un lado, el hambre de motos que tenía un servidor se vio saciada con el entremés del jueves, que permitió, entre otras cosas, descubrir la indumentaria que van a lucir este año.

Novedades para este año como el carné por puntos, los nuevos límites de peso o el impresionante sistema de calificación para la categoría reina alicientan el Mundial de motor más antiguo del planeta.

Con este nuevo sistema de calificación para la parrilla en Motogp vimos el primer pique entre los dos gallos del gallinero Honda. El veterano Dani no quiso que Marc siguiera su rueda e hizo una maniobra en plena curva que bien les hubiera podido causar un buen disgusto a los dos. En mi opinión Marc iba a su ritmo y no me hubiera extrañado que rebasara a Dani si veía que podía ser más veloz. Pero Dani, el calmado Dani, el sangre de horchata, el fino, al que no se le recuerda una mala acción hecha adrede, se creyó que este es su año y que nadie se le iba a subir a la chepa, mucho menos un rookie acabado de llegar.
Y la cagó. Porque además de haber podido provocar un accidente bastante feo, con su acción desaprovechó una vuelta que, con el nuevo sistema de las Q's, cobra una importancia considerable.

Metidos ya en el domingo, Moto3 dio el habitual pistoletazo de salida. Y nos alegró la tarde con sus habituales piques, aunque el grupo de cinco hombres era reducido, acostumbrados como estamos a ver más rivales luchando entre ellos.
Mi enhorabuena a Ana Carrasco, que fue mejorando durante todo el fin de semana y que consiguió terminar la carrera encima de su montura. Espero que en la próxima entre en los puntos, se lo merece.
Merecida victoria para Luís Salom, seguido de Viñales y Alex Rins, en un ajustado final entre estos dos. El pequeño de los Màrquez quedó fuera del podio.

Si Moto3 fue el entrante, Moto2 fue un primer plato contundente. Nada de ensaladas ni sopitas, un cocido, un potaje de esos de abuela. Con una pole marcada por Pol en el último suspiro, la clasificación daba una pista del espectáculo que tendríamos en la categoría intermedia. Y así fue.
Nakagami parecía querer aguar la fiesta pero Redding acabó dándole caza. Y tras varias vueltas pensando que Pol no podría con ellos, echó el resto y se enfrascó en una lucha con el británico hasta que éste se rindió a la evidencia. Espargaró está llamado a levantar el cetro de campeón este año.

Y ya un poco empachado, a la hora de cenar llegaron los postres. Quería ver la salida de Marc, tanto que me perdí la del resto, sufriendo una pequeña decepción aunque espero una notable mejoría en un futuro.
Marc quedó muy atrás, me hizo sufrir pensando que lo tirarían al suelo, pero pasadas tres curvas todos estaban en su sitio y no hubo que lamentar bajas importantes.
Lorenzo se vio con ritmo y se marcó una Stoneada de libro; puso la directa y se dedicó a ir aumentando progresivamente su distancia con los pilotos que le seguían.
Y los que le siguieron fueron Pedrosa, Crutchlow y Màrquez.
Parecía que las Honda se afianzaban detrás del campeón, pero desde atrás fue llegando un Valentino Rossi crecido, gozando como no lo hacía en los últimos dos años, que fulminó a todos menos a su jefe de filas.
Màrquez se dedicó a aprender detrás de Pedrosa todo lo que no le habían dejado aprender en pretemporada, hasta que se hartó y le pegó el hachazo, el primero de toda la serie que vendrán.
Bonita lucha la que tuvieron Vale y Marc hasta que la veteranía pudo con la juventud.
En el parque cerrado se les vio exultantes a los dos, contentos de subir al podio, cada cual por sus razones, contentos de haberse medido por fin.

Una buena tarde de domingo, la primera de las que, espero, vendrán. Esta temporada promete.

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