martes, 31 de enero de 2012

El primero del 2012

Me he decidido a ponerme frente a las teclas antes de que terminara el primer mes del año, más por obligación que por otra cosa. Y es que, por suerte, en mi lugar de trabajo, difícilmente llegan periódicos y la escucha de emisoras tertulianas no encaja bien, prefiriendo la musicalidad a las opiniones. Además, mi alter ego ha recibido una noticia de esas que le cambian a uno/a la vida de por vida. Y para terminar con la justificación, el amplio horario laboral que debe tener él (mi alter ego) para poder conservar su trabajo, amén de estar sujeto prácticamente las 24 horas del día los siete días de la semana a su voluntad.


Y, sinceramente, el mundo ha seguido girando y el Sol saliendo por el este, aunque desde mi atalaya veo como nuestro astro rey veo la belleza de su movimiento, como va desplazándose unos centímetros a la izquierda en el levante y unos a la derecha en el poniente.


Por el resto, me da la sensación que eso de la revuelta indignada se va a quedar en agua de borrajas, aún a sabiendas que la situación es insostenible. Las agencias de calificación siguen gobernando el mundo, sin que nadie tenga el sentido común de quitarles el poder que se les dio o se adjudicaron en su momento. La palabra austeridad está en boca de todos, menos de los que siguen chupando del bote y tratando al resto como gilipollas. Ni socialistas, ni populares, ni la propia familia real se libran de poder ser acusados de meter mano a fondos públicos impunemente, librándose a su vez de ser juzgados y penados como se debería.


¿Y el pueblo? Creo que al pueblo ya le importa una mierda todo.

Igual que mi alter ego ha agachado la cabeza y se ha dejado pisotear por un sueldo miserable, la sociedad en general parece vivir resignada a lo que decidan los poderes fácticos de unos pocos.

No parece haber salida, al menos de momento.


A finales del año pasado me dio por comprar algunos ejemplares de El Jueves, pero es que ni así.


Esta semana ha empezado con otro barullo informativo en el que Spanair ha cesado sus actividades, dejando sin trabajo a cerca de 4000 personas, así, de golpe y porrazo. Y ha levantado el polvo a unas actuaciones ligeramente sospechosas por parte del actual gobierno y del anterior. No lo sé, en la radio era el tema estrella del lunes por la mañana.


En mi opinión, otra cortina de humo. Si se destapa una mala gestión, otra más, nadie se va a escandalizar, nadie va a dimitir, a pedir perdón por vilipendiar el dinero de los contribuyentes. Ni en los mejores sueños de un mundo democrático, transparente y eficaz.


Sueño es el que tengo y no tardaré en abrazar a Morfeo. Intentaré soñar con la combinación ganadora de un boleto de lotería, a ver si me toca y nos vamos a algún sitio del Caribe, que con la ola de frío siberiano que se acerca...


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